Por: E. Fabio Rivas, CMF
Las Palmas, Managua-Nicaragua
15.6.2024
El Corazón Inmaculado de María es la fiesta titular de nuestro templo dedicado a la Madre de Jesús, que, como misioneros nos recuerda la disponibilidad con la que estamos llamados a vivir toda nuestra vida. Una solemnidad que nos trae el sentimiento común del ser y hacer de María, trabajar en la viña del Señor de manera silenciosa y entregada de corazón a Dios, aún sin comprender los designios del Señor.
En este año jubilar por los 175 años de fundación, hemos vivido en nuestra parroquia Guadalupe-Corazón de María, nueve días preparando nuestro corazón para celebrar con gozo la fiesta de la Madre, nos animó a centrar nuestra vida en el Sagrado Corazón del Hijo amado, siendo esta una conciencia misionera que nos compromete a ser testigos de su Reino. Una solemnidad distinta a las demás por las limitaciones sociales, pero con mucha esperanza y sentido de familia hemos hecho con otros lo que solo no podemos. En la procesión interna se vivió una explosión de nostalgia por los misioneros claretianos que han dejado huellas, y un inefable sentimiento de familia; Ella adornada con hermosas flores nos inspiró a cantarle a Dios y a darle gracias por todo lo que nos ha dado en este tiempo, nos purifica el corazón y nos hace fuertes en medio de las vicisitudes que vivimos. Nos acompañó en la santa Eucaristía el P. José Ramón Alemán, vicario general de la Arquidiócesis de Managua, que con alegría nos invitó a imitar las virtudes de María, siendo su corazón sagrario de misterios divinos que arde en amor por el Hijo y en Él a toda la humanidad.
Casa llena, alegría desbordante y sentido de familia, fueron los momentos que nos recordó esta fiesta. Ella nos hace arder el corazón para seguir acompañando a los demás y dejándonos acompañar por Dios en toda nuestra vida misionera y pastoral. Un corazón que arde es el sentimiento parroquial que ahora nos toca asumir para seguir escuchando la Palabra de Dios, ponerla en práctica y guardarla en el Corazón.
