Entonar quiero un canto, que cuente bellas cosas
de aquesta residencia e casa bien fermosa;
a la Madre de Cristo e Señora armoniosa
facultad yo le pido e su ayuda graciosa.

Desde tiempo, el guardián que cuida los conventos,
para enfermos buscaba un buen alojamiento,
pensar él non quería en un carcelamiento,
un hogar él quería de buen acogimiento.

Cuentan que Fray Eladio, de Veraguas venía,
en dineros perito y en la tesorería,
bella mansión compró e predio que allí había;
e pagó buena bolsa, de plata que él tenía.

Aquesta mansión nuestra, cual de palomas nido,
asoma sobre el monte, de gracia revestido;
susurros la arboleda le trae e sonidos,
e ansí tan sosegados descansan los sentidos.

Tocando a este Cenobio, ya brilla la natura,
graciosos vos veréis senderos con pasturas,
e plantas e glorietas de bella arquitectura,
do se lee e se fabla, pero non se murmura.

Al fondo de unas sendas, notad otra vivienda,
que, discen reservada, a convivios e agendas;
allá los “priores” llegan, los que tienen las riendas,
e facen a las veces simposios con meriendas.

En la altitud gloriosa, se levanta el “Peñón”
que cual fiel atalaya, vigila la región;
con la bruma nos brinda tenebrosa visión,
con el sol él ofrece radiante aparición.

Perdonad, si aún non dije, por leve negligencia,
la región do se asienta aquesta residencia:
Las Cumbres son llamadas, un nombre de excelencia
por ser muchas las cimas, de gran magnificencia.

Vengamos a nombrar agora a los hermanos,
que en Las Cumbres moran, doloridos o sanos:
a algunos que antes vimos, viviendo tan lozanos
arribando a la meta, los vemos ya cercanos.

De aquesta casa es Félix el motor primero,
que es para el enfermo solícito enfermero,
egresa él de la casa e vuelve bien ligero,
e a la gente saluda con acento sincero.

Por la senda, “pian piano”, Monseñor Carlos viene
apoyando en bastón los abriles que él tiene,
rezando e fablando, alegre se entretiene
de Darién la memoria, cual sueño, le reviene.

De bienes e dineros Fray Vicente es cuidoso,
de enfermos es amigo, afable e generoso;
voy a nombrar también a Eduardo tan valioso,
que a la Casa del Padre camina silencioso.

Conocer vos debéis a Fray José María
que docto hombre es él y enseña teología;
e al Jesús de Cretas, que escaso come al día
e al poeta Jesús, Jesús el de Mendía.

Veréis aquí a un varón, de nombre Fray Gabino,
zamorano de origen, de tierras de bon vino;
leyendo e meditando él face su camino,
con lámpara encendida de óleo divino.

A dos claros colegas, me quedan por nombrar:
Fray Agustin e Paco, dos frailes de este hogar:
infirmos ellos son, mas saben bien amar
e puedo con razones lo antedicho probar.

Es justo que a enfermeras aquí las nominemos,
y a oficiales de mesa, también los recordemos;
e sabed que a la mano, “al olvido no echemos”,
cual si fuese una hermana, gentil doctora habemos.

Aqueste largo canto, lo doy por terminado;
de historia escribí poco -Dios me haya perdonado-
las gracias a Él le damos, a Padre tan amado,
que a todos sus amigos, los colma de cuidados.

Jesús Aramendía, cmf.
Las Cumbres, 23 de noviembre, 2014