Tomado de www.panoramacatolico.com

La Arena Panamá Al Brown quedó pequeña para la cantidad de colonenses que acudieron para participar de la consagración y toma de posesión de su nuevo Obispo Manuel Ochogavía Barahona, en la mañana del sábado 27 de Septiembre.

Con el rito de la entrega del crucifijo en la entrada de la arena por parte de Mons. Audilio Aguilar, administrador apostólico de la Diócesis de Colón- Gunayala, al obispo electo Manuel Ochogavía, quien lo besó, fue el preámbulo para dar inicio a la Eucaristía solemne de consagración e instalación de quien es el tercer Obispo de esta porción del Pueblo de Dios.

Tras agradecer los nueve años de Mons. Audilio al frente de la diócesis, el Nuncio en su homilía hizo una catequesis de lo que calificó como “un rito muy antiguo, rico de contenido y de significado, con el que la Iglesia, por la imposición de manos, realiza la Ordenación episcopal”.

El episcopado no es un poder, sino un servicio

Desde el canto “Veni Creator Spiritus”, que recuerda que quien actúa y consagra es el Espíritu de Dios. La postración en el suelo del nuevo Obispo, signo de la entrega total a Dios, mientras se canta la letanía de los Santos; y la imposición de las manos por parte de los Obispos consagrantes, según la tradición que se remonta a los tiempos apostólicos, significa la transmisión del Espíritu Santo e incorpora al Colegio de los “Sucesores de los Apóstoles”, explicó Mons. Carrascosa.

Más adelante indica que el libro de los Evangelios es impuesto sobre la cabeza y se entrega al nuevo Obispo, este signo recuerda el deber de ser “oyente de la Palabra de Dios”, ser el primero en acoger, en creer y en poner en práctica y luego se hace la unción con el Santo Crisma en la cabeza.

Por otra parte, explicó Mons. Carrascosa, se impone el anillo episcopal, que significa la exigencia de fidelidad total a la Iglesia y a Cristo; al colocar la mitra, se le dice al nuevo Obispo que “resplandezca en él el fulgor de la santidad”. El báculo que se le entrega es signo de la autoridad del pastor que debe cuidar, vigilar y proteger a su rebaño, guiándolo por los caminos de la santidad. No es señal de poder, sino de servicio, de preocupación por los fieles, de hacer de guía. Como el Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas, el nuevo Obispo podrá decir: “Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego” (Jn 10, 18).

“Querido hermano Mons. Manuel: que la cruz pectoral que todos verán sobre tu pecho, constituya para ti una invitación permanente a morir a ti mismo para ser presencia viva del Señor Resucitado en medio de los fieles”, acotó.

Al llegar a este momento cada uno de estos signos detallados por el Nuncio, fueron vividos con una profunda espiritualidad durante el rito de ordenación y consagración del nuevo Obispo, a pesar del intenso calor que se sentía en el recinto.

Emocionante fue el momento de la imposición de manos por parte de los obispos, así como el abrazo que sella la incorporación de Mons. Ochogavía al cuerpo episcopal, hecho que fue aplaudido efusivamente por los presentes.

Habla el Obispo Ochogavía

Haciendo alusión a su lema episcopal, sacado de una frase de San Agustín: “Amor vincit omnia” (el amor lo puede todo), expresó su compromiso por trabajar por el pueblo colonense, que tiene muchas necesidades.

Al Presidente de la República le manifestó que contaba con sus dos manos para trabajar en la transformación de Colón, así mismo él contaba con las de él también.

Monseñor Ochogavía reiteró en varios momentos su intención de trabajar, de estar con el pueblo, de ser cercano y amigo, reconociendo el valor y la fuerza que tiene el amor para transformarlo por y para Cristo. Su primer decreto fue el de mantener a todos los párrocos en sus lugares y responsabilidades hasta que en conjunto se lleguen a consensos sobre lo que es mejor para la Diócesis de Colón – Gunayala.