Por: Iris Gordón y Jessica Domínguez
Ciudad de Panamá, Panamá
18-11-24

     Cada dos de noviembre recordamos a los fieles difuntos y en el Santuario Nacional del Corazón de María tenemos, entre flores y recuerdos, un lugar muy especial para ellos

Por debajo del nivel del templo, se desciende a la Cripta, lugar que alberga en su última morada terrenal a numerosos personajes religiosos y miembros de familias emblemáticas de Panamá.

     Al entrar al espacio más antiguo de la Cripta, podemos ver las paredes revestidas con mármol traído de Carrara, Italia, al igual que el que se encuentra en la fachada del Santuario Nacional. Este mármol, con sus tonos grises y marrones llena el espacio de elegancia, evocando pureza y eternidad. Es una construcción hecha con cuidado y respeto, donde la belleza no es un lujo si no un homenaje y se respira un ambiente de paz, consuelo y esperanza.

En la cripta se encuentran los restos de Misioneros Claretianos que dejaron su vida en estas tierras entregados a la misión evangelizadora, párrocos del Santuario Nacional y personalidades como el General Nicanor de Obarrio de Alba y su familia, quienes donaron a la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María los terrenos donde se construyó el Santuario.

     También reposan algunas otras personalidades del pueblo panameño como Rodolfo Chiari; expresidente de la República, Margot Fontayne de Arias; reconocida bailarina británica y Carlos Eleta Almarán, autor de la conocida pieza musical “Historia de un amor”, conmemorando así la vida de nacionales y extranjeros que de alguna forma tuvieron en su existencia alguna relación con los Misioneros Claretianos.

El valor histórico de la Cripta es invaluable. La misma se empezó a construir en 1947 y fue abierta hace 75 años, en 1949, al mismo tiempo en que fue inaugurado el templo parroquial. La última ampliación de la misma se realizó en el año 1986 y hoy en día cuenta con aproximadamente 8 mil nichos.