Colonia La Sultana, Antiguo Custatlán, El Salvador; 23 de marzo 2023.
Por: E.Gerardo Bolaños,cmf.
Saludos fraternos a todos desde la tierra que ha dado muchos mártires a la Iglesia en estos últimos años, nombres que a pesar del tiempo siguen incomodando al mismo nivel que el Evangelio y su sangre sigue levantando la voz, sangre que renueva la Iglesia. Muchos de sus casos no han sido resueltos aún e incluso nuestra propia Iglesia guardó silencio por años, no obstante, desde la elevación a los altares a Monseñor Óscar Arnulfo Romero se ha hecho un acto de justicia y reconocer que su vida la ofrendó, así como muchos que aún esperan en la lista por la causa de construir el Reino de Dios aquí y ahora. Por tal razón, me acerqué a Manuel de Jesús Acosta, presbítero de la Diócesis de Chalatenango y profesor con un doctorado en Biblia en la Universidad José Simeón Cañas-UCA en San Salvador, para que nos compartiera a grossomodo cómo ha ido evolucionando la imagen de Monseñor Romero en El Salvador.
Estimado profesor: ¿cree usted que ha mejorado la imagen de Mons. Romero desde su canonización?
Bueno Gerardo… ¿santo incomodo? Ojalá siempre sea incomodo, porque si Romero deja de ser incomodo, ya no es Evangelio. La razón de esta incomodidad es que Romero es el Evangelio viviente de Jesucristo y el Evangelio es incómodo por naturaleza. Monseñor Romero acercó Jesucristo a los salvadoreños y al mundo entero. Romero no está tranquilo porque haya sido elevado a los altares. Él estaría “tranquilo”, que la Iglesia esté donde está el sufrimiento humano. Este era el lugar donde él le gustaba estar.
La imagen de Monseñor Romero está en los altares. Ello no es garantía que su persona y mensaje tenga incidencia en la Iglesia. Considero que, hasta hoy, la Iglesia tiene a Romero escondido en los altares, ya que la compromete mucho en la opción preferencial por los pobres. También es cierto que la imagen de Romero ha tenido dentro de la Iglesia una cierta mejoría. Por ejemplo, hoy se puede hablar con libertad sobre él; antes, decir Romero, era pronunciar una palabra escandalosa. No obstante, sigue siendo a mi juicio, una asignatura pendiente y depende de qué lado nos pongamos: desde los pobres, desde el poder o desde los intereses clericalistas. La palabra de Romero (homilías, mensaje, escritos, su diario) necesita ser profundizados y actualizados, para entender al auténtico Romero. Si conocemos a Jesús, conoceremos a Romero y viceversa.
¿Qué deben aprender de Romero los jóvenes de nuestra región de Centroamérica?
Son cuatro cosas que nuestra juventud jamás deben renunciar: 1). Pensar: que nadie piense por ellos, hay que ser críticos desde el Evangelio como enseñó Monseñor Romero. 2) Reflexionar: que nuestros jóvenes no divinicen ningún modelo social. Todo modelo social es una construcción humana, que debe ser evaluada desde el Evangelio de Jesucristo. Romero enseñó que los sistemas políticos no tienen la última palabra. 3) Aprovechen las tecnologías de la comunicación para dar a conocer al verdadero Romero; y, hagan que estas tecnologías sirvan para visibilizar el sufrimiento humano que causa el modelo actual. Den a conocer el Romero profeta, el Romero justicia, Romero libertad, Romero Evangelio, Romero amante al pobre. 4) Jóvenes nunca se olviden de los pobres: tengan sensibilidad ante el sufrimiento de tanta gente. Romero enseñó que el sufrimiento no tiene color y no debe ser motivo de venganza.