Por: Donaciano Alarcón, Cmf
Ciudad de Guatemala
17.2.2025

     Mártir, significa testigo (μάρτυς, -υρος) de una convicción religiosa, social o ideológica. Todas, defendidas, arriesgando la propia vida. Es el que lo da todo por abanderar valores individuales y comunitarios. Podemos referirnos a la justicia, defensa de los derechos humanos, tolerancia, y respeto y amor a toda persona humana.

La Iglesia ha experimentado el martirio desde sus inicios. Por ejemplo: Juan el Bautista, Esteban, Santiago el Mayor, entre otros. El mismo Cristo, aceptó llegar hasta las últimas consecuencias, por amor a la humanidad (Jn. 15,13). Su sacrificio en la Cruz marcó un precedente con respecto al martirio. Jesús, comprometió a sus seguidores a imitarlo en el testimonio martirial (Mt.16,24-26). Por eso, en todas las edades de la historia, la comunidad cristiana ha estado sometida a la persecución y al martirio y no ha dejado de tener testigos fieles a este compromiso asumido alegremente, pero con creces.

     Dentro de este contexto, la Iglesia, en España, vivió una de las peores persecuciones en 1936 debido al estallido de una guerra basada en una revolución marxista y atea. Fueron asesinados 13 obispos, 6,832 sacerdotes, religiosos y religiosas y miles de laicos, comprometidos con la evangelización. De este elenco de valientes cristianos, 272 eran misioneros claretianos.

El martirio no ha cesado, es continuo en todos los continentes en diversos modos y facetas. Los datos estadísticos pueden subir o bajar según lugares y situaciones, sin embargo, seguimos tendiendo hombres y mujeres que ponen en riesgo todo, buscando el cumplimiento de altos ideales o el derecho a una mejor calidad de vida. Dentro de este rango de martirio, entra la migración. Como consecuencia de ella, miles de seres humanos quedan a merced de infinidades de peligros; mientras caminan convencidos de encontrar, en otro lugar, una vida más digna.

Ellos y ellas, también son perseguidos y lanzados por los caminos debido a la corrupción gubernamental, la violencia bélica y de las maras, y por el hambre. Dice el Papa Francisco: “El mundo actual es cada vez más elitista y cruel con los excluidos”. Los migrantes son excluidos de sus propios países, donde la vida digna es reservada para unos cuantos. Les toca ver desfilar por sus narices lujos excesivos; en cambio a ellos no les alcanza ni para comer. Cuando esta situación extrema les obliga a emigrar sin ninguna seguridad, quedan expuestos a toda clase de peligros y probablemente la muerte, cruel e inesperada, les impida llegar a su destino. Por eso, consideramos que ellos, son los mártires del presente. «¿Sabremos reconocer a Jesucristo que pide ser acogido, protegido, promovido e integrado?» (Papa Francisco).