Por: P. Freddy Ramírez, cmf.
Ciudad de Panamá, Panamá
17.2.2025
Este artículo recoge algunos aspectos del análisis realizado por los laicos de nuestras posiciones misioneras en las conversaciones y trabajos de preparación para la Asamblea Provincial de julio de 2025, en el contexto del próximo Capítulo de los Misioneros Claretianos de Centroamérica.
Centroamérica enfrenta una realidad marcada por la pobreza, la migración forzada, la corrupción y la violencia. La desigualdad social sigue siendo una de las principales causas de exclusión, afectando a millones de personas, especialmente en comunidades rurales, pueblos indígenas y sectores marginados de las ciudades.
La falta de oportunidades económicas impulsa la migración de miles de familias y jóvenes, quienes, en su intento por un futuro mejor, enfrentan condiciones inhumanas en su travesía. Al mismo tiempo, la corrupción y la impunidad debilitan los sistemas políticos y administrativos, perpetuando la injusticia y el mal uso de los recursos públicos. La violencia, impulsada por el narcotráfico y la falta de seguridad, agrava el panorama, afectando principalmente a mujeres y jóvenes.
Sin embargo, en medio de esta crisis emergen semillas de esperanza. La Iglesia, con una presencia activa de los Misioneros Claretianos, sigue acompañando a los más vulnerables a través de sus pastorales sociales y movimientos comunitarios. Organizaciones eclesiales y civiles promueven espacios de diálogo, formación y proyectos de desarrollo sostenible. Además, iniciativas de educación y emprendimiento buscan romper el ciclo de pobreza y exclusión.
El desafío es grande: la crisis ecológica, la manipulación mediática y la fragmentación social amenazan con profundizar la desigualdad. No obstante, la solidaridad, el compromiso ciudadano y la acción pastoral pueden transformar esta realidad. Como discípulos de San Antonio María Claret, los Misioneros Claretianos estamos llamados a fortalecer su opción por los pobres y a trabajar por la justicia, la reconciliación y la paz.
Centroamérica clama por una sociedad más justa y fraterna. La respuesta está en la conversión pastoral, la participación activa de los laicos y el compromiso de todos con la construcción del Reino de Dios en nuestra realidad.