Por: P. Jeremías Lemus, cmf.
San Pedro Sula, Honduras
23-10-24

     Pensar en San Antonio María Claret, como sujeto histórico e individual, es fácil de concluir que, jamás estuvo en Honduras. Sin embargo, se cuenta que, por la amistad personal con otro gran misionero, Manuel De Jesús Subirana, Claret pudo tener admiración por estas tierras y misiones, que pudo conocer por las cartas que se escribían entre ellos, uno en Cuba como arzobispo y el otro en Honduras como Misionero de los grandes territorios.

La primera presencia de una estructura misionera claretiana propiamente dicha, tuvo lugar en el oriente de Honduras, aunque al poco tiempo el destino los llevó al norte del País, donde los misioneros realizan su labor desde hace más de 50 años en un modo de evangelizar al estilo claretiano, primero con misioneros venidos de España, luego de muchas otras nacionalidades dando respuestas, intentando ser fieles a la consigna claretiana, urgente, oportuno y eficaz.

Presente en sus discípulos y discípulas.
El evangelio se ha encarnado mediante el proceso evangelizador heredado del que fuera Arzobispo de Santiago de Cuba, pero con el acento, color y esfuerzo de sus discípulos, Misioneros y Misioneras llegados de otras tierras que entregaron sus vidas al servicio de los demás. Su herencia suscitó que muchas comunidades tengan y celebren a San Antonio María Claret como su santo patrón y que algunos hombres y mujeres, inspirados en su modelo de santidad, abrazan la fe hasta consagrar sus vidas dentro de congregaciones religiosas que hacen presente el carisma claretiano, así como laicos que abrazan el carisma para vivirlo desde su dimensión laical.

     Maneras concretas de acercar el evangelio a la vida del pueblo Misioneros Claretianos. Viven su experiencia evangelizadora desde diversas formas y por mucho tiempo de modo ininterrumpido, asumiendo los relevos necesarios, han mantenido proyectos sociales para promocionar la dignidad humana de los habitantes de los lugares donde han estado presentes, con los más pobres.

Misioneras Claretianas. Teniendo en su mente y su corazón la consigna de la Madre París, de hacer fácil el camino a los demás, se empeñan en muchas tareas, pero resaltamos su compromiso con la educación, especialmente los niños de los jardines de párvulos, que además coordinan en toda la arquidiócesis de San Pedro Sula.

Misioneras Cordimarianas. Hacen presente el Evangelio y la persona de Jesús en su tarea y compromiso con la salud, que con métodos alternativos han ayudado a mucha gente sencilla pero necesitada o marginada de los sistemas de salud.

Seglares Claretianos. Viven su carisma en el ámbito doméstico y con su compromiso pastoral aportan a sus iglesias locales su experiencia y convicciones de fe.

La herencia del Padre Claret sigue viva y creciendo en este territorio que tanto amó su amigo, Manuel de Jesús Subirana.