Por: Jessica M. Domínguez D.
Ciudad de Panamá, Panamá
22.7.2024
“El convivio del Jubileo reafirmó el privilegio que representa ser parte de esta gran familia Claretiana y seguir trabajando en la gran obra que inició el Padre Claret. Me pareció espectacular, llenó mi corazón de gozo y del fuego del amor de Dios, se sintió la presencia del Espíritu Santo y el amor que nos tiene nuestra Santísima Madre.”
Esas fueron las sentidas palabras de María del Rosario Saa de Ferrer, Coordinadora de los Ministros Extraordinarios de la Comunión, respecto a lo experimentado el pasado sábado 13 de julio, fecha en la que se celebró en comunidad el Convivio del Jubileo Claretiano en el Santuario Nacional, bajo el lema “175 años abrasando con el fuego del Espíritu”.
Entre abrazos, un ambiente de verdadera familia y una alegría contagiosa, celebramos como comunidad claretiana los 175 años de nuestra “Querida Congregación”.
El padre Marco Antonio Pineda, cmf nos remontó al contexto histórico que se vivía en España y toda Europa en el siglo XIX, en particular para 1850, año en el que el Padre Claret fundó la Congregación, con mucho ingenio, convicción y fe en nuestro señor Jesucristo y en la Santísima Virgen María.
El Padre Ismael Montero, cmf, compartió sobre “Los rasgos de la espiritualidad Claretiana”, señaló que somos frutos del Espíritu y que sin el Espíritu la Misión es imposible. La espiritualidad es la vida guiada por el Espíritu. Nos animó a dejarnos guiar por el Espíritu.
Resaltó como rasgos trascendentales del carisma claretiano, el ser oyentes y servidores de La Palabra; en comunidad pues no estamos solos, somos parte de una comunidad; enviados a los pobres, a los marginados, a los excluidos; nos configuramos con Jesucristo, seguimos a Jesús misionero; nos impulsa como misioneros a anunciar el Evangelio a todo el mundo.
Dicho de otro modo, somos:
Hijos enviados (misionero) del Padre.
Nacidos de María, madre.
Ungidos por el Espíritu para llevar la buena nueva a los pobres.
Como los apóstoles.
En comunidad e itinerancia.
Gracias a nuestros misioneros claretianos por ser testigos vivos del amor de Dios y transmitir esta herencia de fuego misionero a nuestra comunidad parroquial.