Por el P. Luis Gonzalo Mateo, cmf.

La Casa de Ejercicios Espirituales de Costa Rica cuenta con una larga tradición de servicio directo de la Palabra. Los que nos precedieron realizaron un intenso servicio abriendo este hogar a una variada expresión de encuentros: retiros, ejercicios espirituales, convivencias de parejas, ágapes, Cursillos de Cristiandad, etc. Por supuesto que este servicio sigue adelante con las nuevas directrices del impulso evangelizador del Papa Francisco. Esa tradición se mantiene. Incluso hay que reforzarla.

Pero últimamente a estos servicios, ya con larga historia, se han añadido a esta casa claretiana de la Palabra, nuevas expresiones como: el Centro Bíblico de lectura popular y comunitaria de la Biblia con talleres cuatro veces a la semana y un servicio itinerante en las diócesis de San José, Limón y San Carlos, principalmente.

A estos servicios tenemos que añadir dos nuevos muy queridos, muy estratégicos, en la línea del Papa Francisco de “emigrar a las periferias”, para sentirnos gente de la periferia, para que la Palabra que está viva en las periferias influya en el centro eclesial y en el centro social y económico del país.

Me estoy refiero a la causa indígena costarricense. Los pueblos indígenas de Costa Rica ya sienten esta casa como un hogar para sus luchas, para sus reuniones, para sus programaciones. Estas dos últimas semanas dos grupos diferentes de líderes de las comunidades han visitado nuestra casa. Se han hospedado varios días y han elaborado un camino a seguir en sus luchas en defensa de sus territorios ante la invasión de extraños, y ante los proyectos de la mal llamada economía “verde” que es, para ellos, la última frontera del saqueo que viven desde hace siglos.

Acompaño esta pequeña reseña con el comunicado que acaban de lanzar y que lo están a estas horas difundiendo en la Asamblea Legislativa de este país y ante la prensa nacional.

Otro campo significativo que da acogida ahora esta casa es el mundo de los barrios marginales, llamados “precarios” en el lenguaje poco cariñoso hacia ellos. Pero que nosotros, en comunión con un proyecto de la arquidiócesis de San José, llamamos Comunidades de Acompañamiento Prioritario (CAPs). Cada tres meses se reúnen los líderes cristianos de estos barrios en nuestra casa, que la consideran ya como suya. Con estos encuentros estamos animando un proceso de formación de comunidades cristianas en los barrios pobres de San José. Son más de 100. En todo el país son 357 precarios con una cantidad de 40 000 familias. Sólo aquí en el gran área metropolitana de San José son 179 precarios. No es todavía prioridad para la Iglesia local acompañar a estas familias. Sin embargo, ha surgido una iniciativa en las oficinas de Cáritas Arquidiocesana en la que estamos, como claretianos, comprometidos con el equipo de JPIC.

Es un honor para esta casa claretiana, que cuenta con excelentes locales, abrir nuestras puertas a estos hermanos nuestros, sujetos de ese otro mundo posible y de esa otra Iglesia posible.