Por: P. Norlan López, cmf.
Ciudad de Guatemala
21-9-2025

     “La palabra de Dios, también hermanos, por una parte, ilumina lo horrible, lo feo, lo injusto de la tierra y alienta el corazón bueno, los corazones que, gracias a Dios, abundan”. (Monseñor Romero, Homilía 4 de diciembre de 1977, III p. 20).

Estamos celebrando el mes dedicado a la Biblia, tiempo de gracia y de dejarnos interpelar por el testimonio de hombres y mujeres que a través de cada relato nos describen como actuó Dios en su historia y como sigue actuando hoy en el caminar de nuestros pueblos.

Una de las motivaciones para este tiempo, es tomar conciencia de nuestra falta de cercanía, de nuestro distanciamiento de la Sagrada Escritura. Este tiempo no lo podemos reducir a simples procesiones que sí alimentan la fe del pueblo, pero deberíamos dar un paso más.

     Este debe ser el momento de cuestionar nuestro compromiso como laicos y religiosos, en el anuncio del Evangelio. Ante tantos escenarios de injusticias ¿Qué me pide Dios a mí como creyente? Esta respuesta la encontraremos si sabemos leer y contemplar el gran papel que desempeñaron los hombres y mujeres del mundo bíblico, que en medio de sus crisis teniendo esa fe profunda en Dios lograron encontrar respuestas a las grandes dificultades.

Contemplando y dejando a Dios ser Dios, se dieron cuenta de un Dios que camina con su pueblo, que aborrece las injusticias y la exclusión de los más pobres. Este es el Dios de amor, visible en su Hijo Jesús, descrito en el Nuevo Testamento.

     Este es el objetivo de los talleres bíblicos que se realizan en las comunidades de Guatemala, poder discernir la Voluntad de Dios en los textos bíblicos y en la vida. Generar un nuevo liderazgo a partir de un nuevo enfoque bíblico hacia una nueva espiritualidad y nuevo pensamiento, para responder a los desafíos de la época actual en las diferentes coyunturas y contextos.