Por: Estudiante Cristian Joel Cruz Zeas
San Salvador, El Salvador
25-8-2025
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María!
Celebrar la fiesta de los mártires es reconocer nuestra herencia martirial, la cual nos lleva a comprometernos en nuestras casas formativas asumiendo la formación con responsabilidad, siendo conscientes que nuestros hermanos mártires nos acompañan en el proceso formativo. Nos interpela la serenidad de los mártires al decir sí al proyecto de Dios hasta la última instancia, siendo coherentes con el Evangelio. Reconocemos que fue una preparación diaria, iniciando en el seno familiar, ¡Qué bien prepararon las familias a estos jóvenes mártires! Es en el ambiente familiar donde la semilla del Reino de Dios empieza a crecer, donde la vocación al servicio encuentra los cimientos.
De igual manera, el testimonio de nuestro padre fundador, San Antonio María Claret, fue inspiración para nuestros jóvenes mártires, testimonio fundado en la vida y misión de Jesús. Siendo coherente con el Evangelio; el padre Claret soñaba con derramar la sangre en el martirio, le animaba la entrega generosa de Jesús en la Cruz.
En el ambiente deportivo, cuando un jugador ficha por un equipo con grandes ideales y juega bien, se dice ‘‘no le ha pesado la camiseta’’. Así, también a los jóvenes mártires claretianos, no les pesaron los ideales del Evangelio; los ideales de nuestras casas formativas.
Los estudiantes del propedéutico, Filosofado y Teologado Claretiano de Centroamérica, nos sentimos animados y confrontados con el testimonio de los mártires, siendo conscientes que la sangre derramada de los jóvenes estudiantes es una base fundamental para nuestra Iglesia, nuestra querida Congregación y nuestras casas formativas.