Por: Yamileth Calvo
Ciudad de Panamá, Panamá
19/05/25
En un mundo donde parece que la desesperanza hace más ruido, donde los titulares negativos dominan las pantallas y las redes premian el escándalo, los cristianos estamos llamados a mirar más allá. La esperanza no es ingenuidad ni evasión; es una manera de vivir con los ojos puestos en Dios. Este Año Jubilar de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco, nos invita a renovar el corazón para vivir y comunicar la certeza de que “la esperanza no defrauda” (Rom 5,5), porque está enraizada en el amor fiel de Dios.
¿Qué es la esperanza cristiana? No es optimismo superficial ni bienestar emocional pasajero. Es Cristo mismo. Como dice la Bula Spes non confundit, “Cristo es la esperanza que no defrauda y que da sentido a nuestra vida”. Somos seres habitados por un anhelo profundo, que solo se colma al sabernos amados por Dios. Esta certeza no nos inmoviliza, sino que nos impulsa. La esperanza es dinamismo, fuerza que nos pone en salida, porque creemos en un futuro donde Dios ya nos espera, confiando en nosotros; incluso cuando nosotros dudamos. Nuestra esperanza nace de un “nosotros”: no se construye en solitario, sino en comunidad, en la Iglesia, en el amor que multiplica la fe.
Pero ¿Cómo ver la realidad con esperanza cuando todo parece oscuro? La clave está en cambiar de lentes. Como sugiere en su conferencia Silvia Rozas: necesitamos nuevas gafas. Estas son, gafas de responsabilidad ética, para comunicar con verdad, sin alimentar el miedo; gafas de empatía, para narrar historias que humanicen; gafas de esperanza activa, para visibilizar lo que construye, lo que sana, lo que transforma; gafas de diálogo, para desarmar la polarización y abrir caminos de reconciliación; gafas de sostenibilidad, de innovación, de colaboración… Todo eso es comunicar esperanza.
También estamos llamados a imitar el estilo de Jesús que “se ciñó la toalla y se puso a servir” (Jn 13,4). Esa es la revolución del cristiano comunicador: escuchar con atención y sin prejuicios, proponer soluciones con un periodismo que construye, y formar un pensamiento crítico que ayude a discernir lo verdadero de lo falso. Y, sobre todo, crear espacios de encuentro donde todos se sientan incluidos y sostenidos, donde nuestras palabras y gestos sean apoyo que forma comunidad, una comunidad que se siente familia. Porque no se trata solo de hablar de esperanza, sino de narrarla con la vida.
La esperanza no es una emoción pasajera, es una decisión espiritual. Es elegir, una y otra vez, creer que Dios no se ha cansado de nosotros, y que todavía hoy está escribiendo historias de vida nueva. Comunicar esperanza es colaborar con Él en esa obra, con palabras, imágenes, gestos y silencios que abracen, que eleven, que construyan. Este Año Jubilar es una invitación a ser sembradores de esperanza allí donde más se necesita: en nuestras familias, en nuestros trabajos, en los medios, en las redes, en los márgenes. Porque cuando comunicamos desde el Evangelio, no solo informamos: transformamos.
Fuentes de información
– Papa Francisco, Spes Non Confundit. Bula de convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025, Vaticano, 9 de mayo de 2024.
– Elisa Estévez López, “La esperanza no defrauda”, conferencia inspirada en la Bula Spes Non Confundit, impartida en la Universidad Pontificia de Salamanca, 25 de marzo de 2025.
– Silvia Rozas, FI, “La esperanza en los medios de comunicación”, conferencia impartida en la Universidad Pontificia de Salamanca para la Diócesis de Salamanca, 27 de marzo de 2025.