Por: Anthony Carrasquilla
Isabella Hernández
Ciudad de Panamá, Panamá
22.7.2024
Mi visita al hogar de ancianos fue una experiencia verdaderamente gratificante y enriquecedora. Al llegar, me sorprendió gratamente ver lo acogedor y bien cuidado que es el lugar. A pesar de los desafíos y adversidades que muchos de los residentes han enfrentado a lo largo de sus vidas, encontré que la mayoría estaban felices y emocionados por recibir visitas.
Durante mi visita, participamos en una variedad de actividades diseñadas para motivar y entretener a los residentes. Jugamos bingo, una actividad que no solo es divertida, sino que también fomenta la participación y la socialización. Los ancianos disfrutaron mucho de este juego, y la sala estaba llena de risas y emociones. Además, dedicamos tiempo a escucharlos. Cada residente tiene una historia única y valiosa que contar, y fue un privilegio poder escuchar sus experiencias y recuerdos.
Uno de los momentos más memorables fue cuando conocí a una señora que en su juventud representó a Panamá en gimnasia. Nos relató con gran detalle cómo fueron esos años de su vida, llenos de entrenamientos, competencias y logros. Su relato fue inspirador y nos recordó la importancia de valorar y recordar las vivencias de nuestros mayores. Cada una de estas historias es un tesoro que merece ser compartido y preservado.
Otra actividad que disfrutamos mucho fue bailar y cantar con ellos. La música tiene un poder increíble para unir a las personas y levantar el ánimo. Ver a los ancianos moverse al ritmo de la música y cantar canciones de su juventud fue una experiencia conmovedora. La alegría en sus rostros era palpable, y su energía contagiosa nos llenó de felicidad a todos los presentes.
Al final del día, me sentí profundamente conmovido por la calidez y el cariño que se respira en el asilo. Mi momento favorito, sin duda, fue jugar bingo con ellos. La camaradería y el entusiasmo de los ancianos hicieron de esta actividad algo muy especial. Es una experiencia única que me gustaría repetir en el futuro.
Reflexionando sobre mi visita, me doy cuenta de lo importante que es brindar nuestro tiempo y atención a los ancianos. Sus historias, sabiduría y experiencias son invaluables, y ellos aprecian enormemente la compañía y el interés genuino. Esta experiencia no solo me permitió aprender y crecer personalmente, sino que también me recordó la importancia de la empatía, la escucha activa y el valor de las relaciones intergeneracionales.
En conclusión, mi día en el hogar de ancianos fue una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido. Me llevo conmigo recuerdos inolvidables, nuevas amistades y una mayor apreciación por las historias y vidas de nuestros mayores. Estoy ansioso por volver y seguir compartiendo momentos tan especiales con ellos.
Isabella Hernández, Catequista de jóvenes, nos comparte su experiencia en el Hogar San Pedro Nolasco. Fue muy enriquecedor, compartir con los abuelitos las historias de sus vidas, conocimientos o simplemente hacerles compañía, es un momento especial que te marca en la vida.
Poder alegarles la mañana animándolos a bailar, pintando con ellos, jugando bingo y conversando es una experiencia que sin duda repetiría. Porque no solo les alegramos la mañana a ellos, sino que también ellos nos aportan de gran manera a nosotros, a valorar lo que tenemos, a nuestros seres queridos, a ser humildes, fuertes y a alegrar a los demás a través de pequeñas acciones. También me recuerda lo importante de ser agradecida con Dios y que debo aportar ese granito de arena para que los abuelitos a pesar del dolor que sientan puedan encontrar alegría.