Por: P. Daniel Antonio Monge Sandoval, Cmf.
Arizona Atlántida, Honduras
20.4.2024

     Todos conocemos lo sensibles que son las realidades de nuestros países centroamericanos, respecto del tema del agua. Honduras no es ajena a esta realidad, hasta el punto de que ha dejado una huella imborrable en su historia reciente, el asesinato de la ambientalista y líder indígena lenca, defensora de los ríos, Berta Cáceres, el 3 de marzo del año 2016.

En este país, el tema del agua está teñido de sangre por la muerte de muchos líderes y activistas comunitarios que, como Berta, han pagado con su propia vida, la defensa de los ríos que surcan sus comunidades, pues existe un gran interés del gran capital por la apropiación y explotación comercial de muchos de ellos.

En la parroquia, Nuestra Señora del Pilar, en el municipio de Arizona, departamento de Atlántida, no estamos exentos de esta realidad, pues muchas de nuestras comunidades han tenido que organizarse para contrarrestar esos intentos del capital privado por apropiarse de sus ríos con fines comerciales, sobre todo para la construcción de hidroeléctricas, a cambio de “espejitos de vidrio” que ofrecen con tal de hacer prevalecer sus intereses.

En esta lucha, es especialmente simbólico, el así llamado “campamento” establecido de manera permanente en los márgenes del río Jilamito, sometido a constantes cabildos en la municipalidad, en lo que parece ser más bien una estrategia de desgaste que busca someter la voluntad de las comunidades organizadas en su defensa y que son respaldadas por muchas otras organizaciones civiles nacionales y extranjeras. Ahora mismo se rumora un nuevo cabildo lo que nos hace tomar conciencia de que los enemigos de los ríos y los depredadores de la naturaleza no descansan en la búsqueda de estrategias que procuran doblegar la voluntad popular ya expresada en los cabildos anteriores, pero que se ve asediada de manera sistemática por intereses y grupos de poder que quisieran cambiar ese sentir de nuestras comunidades.

En sintonía con el campamento establecido en el río Jilamito, y en contraste con los intereses del capital privado, son realmente importantes y de un altísimo valor simbólico, otros proyectos que se han gestado en algunas de nuestras comunidades que están generando bienestar y alguna forma de progreso y desarrollo para sus habitantes, como son la hidroeléctrica comunitaria del río Camagüey, construida en la comunidad que lleva el mismo nombre bajo el auspicio y por iniciativa del Padre Elías Ruiz, Cmf , y el proyecto de agua de la comunidad de Nueva Esperanza, apoyado por la Procura Misionera de los misioneros claretianos de Centroamérica.

Ambos proyectos constituyen una refrenda a la organización comunitaria en procura de la defensa de la vida en sus territorios y especialmente en torno a sus ríos, que no pocas veces se han visto confrontados por los intereses, no sólo de los grupos de poder que están detrás de la privatización de los ríos, sino también de las empresas mineras que han querido establecerse en los límites de nuestra parroquia, a punta de generar conflictos y divisiones en las comunidades, en busca de hacer prevalecer sus intereses. Muchos misioneros CMF pasados por estas tierras, sufrieron en carne propia estas luchas y conflictos.

Por todo ello, la hidroeléctrica comunitaria de Camagüey, el proyecto de agua de la comunidad de Nueva Esperanza, y el campamento del río Jilamito, son un grito de resistencia a los intereses depredadores de grupos y personas inescrupulosas que han intentado adueñarse de los recursos y la vida que se generan en torno a sus ríos, y a la vez, son también un estímulo y un aliciente a la organización comunitaria que da la primacía al bien común sobre los intereses privados y de particulares, eso sí, con mucho sufrimiento.