San José, Costa Rica, 16 de febrero de 2023.
Por: Marianela Rodríguez Rivera, Instituto Secular Misioneras Inesianas.

“Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva” Mc 16,15

Todos los años los 2 de febrero, celebramos la Vida Consagrada en nuestra querida Costa Rica como en cualquier país del mundo. Este año en la Arquidiócesis de San José tuvimos un encuentro hermoso donde compartimos el centro de nuestra vida como consagrados en la Eucaristía después de dos años marcados por la pandemia del Covid-19.
Este es un momento de gran alegría y esperanza para la vida consagrada en Costa Rica, el poder reencontrarnos como parte de la gran familia que somos, el poder platicar, orar y disfrutar de un espacio para vivir el camino de la Sinodalidad desde los ojos y la vida del que ha dicho SÍ al Señor para seguir construyendo su Reino de amor y misericordia.
Este año, Dios ha privilegiado a nuestra Vida Consagrada con la visita de S.E.R Monseñor José Rodríguez Carballo OFM Conventual, Secretario del Dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Dicho encuentro llena nuestros corazones de esperanza, y de unidad.

Es una cita que vivimos bajo el manto de Nuestra Señora de los Ángeles, en la Provincia de Cartago, donde todos sus hijas e hijos estuvimos presentes para celebrar la Eucaristía, poniendo en las manos de nuestro Maestro a cada una de nuestra congregaciones, Órdenes e Institutos. Es la oportunidad de vivir la Sinodalidad, de hacer camino como hermanos, de poner en un solo norte nuestros carismas para el crecimiento y desarrollo en clave de acción y acompañamiento a nuestra Iglesia particular.
La vida consagrada desde los distintos fundadores, nos enseñan y nos dan ejemplo de esta vivencia sinodal, de volver al primer amor. De ser capaces de reflejar al mismo Jesús y su misericordia en lo cotidiano y en lo específico.
Es un reto para cada uno de nosotros que hemos dado un SÍ sostenido al Señor, ser ejemplo y ser el compañero de camino como Cristo mismo lo hizo en el camino de Emaús con sus discípulos, vivir en carne propia las Bienaventuranzas en nuestras comunidades y en cualquier lugar en donde estamos insertados de nuestra sociedad.
Vida Consagrada debe ser un odre con vino nuevo, un camino hacia Cristo y una esperanza para la humanidad del hoy. Es el trabajo que nos deja el dueño de la mies. ¿Lo estaremos consiguiendo?