PASOS EN EL CAMINAR DE UNA VOCACIÓN MISIONERA

Por José Enrique García Contreras, cmf.

El 7 de agosto, el joven misionero claretiano Jorge Rodríguez, cmf, recibe el orden ministerial del diaconado de manos de Monseñor José Rafael Quirós, arzobispo metropolitano de San José Costa Rica. Eran las 10:00 de la mañana cuando las voces del coro integrado por las novicias y hermanas de la Caridad de Santa Ana, entonaban solemnemente el canto “Pueblo de Reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal…” era el anunció de un hermoso acontecimiento en la sencillez de la vida de un misionero que quiere entregarlo todo en el ministerio sacerdotal. El diaconado es un paso mas en el peldaño de un proceso formativo que se ha ido forjando en la fragua del Corazón de María.

Jorge, en su característica sencillez y humildad, se dispone con entusiasmo, alegría y nerviosismo a recibir el ministerio que marcará su vocación de servicio en toda su vida misionera. Pues, el diaconado en la vida de un hijo del Inmaculado Corazón de María, es el augurio de lo que espera ser en su entrega generosa al servicio del pueblo de Dios.

El rostro de Jorge describe lo que está sintiendo por dentro, pues se dibuja en su cara una felicidad que solo puede sentir aquella persona que ha puesto la confianza en aquel que le ha llamado. El pueblo de Dios, presente en las personas que acompañan este acontecimiento; da la imagen de aquel pueblo desconocido para Jorge -los pobres a los que un día llegará para anunciar la Buena Nueva del Reino- que en los diferentes lugares de la provincia agradecen a Dios por esta nueva vocación que sigue respondiendo con un sí definitivo.

Monseñor Quirós, haciendo gala de su profecía y de buen pastor, se dirige a Jorge para indicarle la importancia que tiene el ministerio de la diaconía en el servicio de la Iglesia de Dios. En este sentido, Monseñor indica que el diacono, es el servidor al estilo de los tiempos antiguos que estaba atento ante las necesidades de las personas. El diácono como Jesús, quien se descubre a sí mismo “como el que no ha venido a ser servido sino a servir” (Mt 20,28) está dispuesto a rebajarse, no solo en el lavado de los pies, sino en la entrega y sacrificio de su vida si es necesario. El ministerio de diaconado integra el servicio del anuncio profético de la Palabra con la atención urgente a las necesidades de los más débiles y pobres tal como sucede en la primitiva comunidad cristiana ( Hech 6, 1-6. 8, 26-39; 1Tim 3, 8-13).

Por otro lado, Monseñor Quirós exhortó a Jorge a seguir el ejemplo de San Antonio María Claret, describiéndolo como un misionero entregado a las cosas del Padre las 24 horas del día. Un misionero así, solo puede serlo aquel que es un eterno enamorado de Jesús tal como él mismo Claret lo manifiesta cuando le preguntaron cómo era capaz de hacer tanto, a lo que él respondió “Enamórense de Jesucristo y del prójimo y lo comprenderán todo y harán más cosas que yo”.

Terminada la homilía se procede al acto de ordenación con la invocación de la intercesión de la Iglesia celeste, que se une al regocijo de esta porción de la Iglesia de Dios en la tierra y, acto seguido, la promesa de obediencia y el revestimiento con los ornamentos que distinguen a los diáconos; para luego pasar a ocupar el puesto preparado en la mesa del altar.

Finalizada la Eucaristía y la liturgia de la ordenación, Jorge recibe las muestras de cariño de todos los presentes, sin faltar una que otra lagrima que manifiesta la emoción de lo que internamente se está viviendo.

Después de la mesa eucarística, viene la mesa del compartir fraterno entre claretianos, Monseñor Quirós, el Párroco de Calle Blancos y el grupo de monaguillos que acompañaron en la celebración.

Gracias Señor por la vocación recibida, danos la gracia de ser a ella fieles toda la vida.