Por: Jeremías Lemus Lemus, cmf
Ciudad de San Pedro Sula, Honduras

22.01.24

La frase que intitula este relato es la respuesta de toda persona que se propone un proyecto personal, una aventura, o la respuesta positiva ante una invitación atractiva. En este caso, la aceptación de la llamada del Señor, para seguirle como consagrado a su servicio que David Martínez ha experimentado el día 16 de diciembre de 2023, al ser ordenado diácono. David, oriundo de Buena Vista, Tela. Una de las partes más altas de la costa atlántica de Honduras. Desde donde escuchó la invitación de Jesús para seguirle al estilo de Claret, y dando su primer, sí, quiero, debió ponerse en camino para formarse humana y doctrinalmente en los contenidos propios de la fe cristiana, que le permitieran luego hacer su proceso formativo como misionero claretiano.

Sus inicios y discernimiento vocacional los realizó en Tela, acompañado por la comunidad de misioneros que en su momento atendían la parroquia San Antonio de Padua. Habiendo recibido la aprobación de ingreso a la Congregación de Misioneros Claretianos en la provincia de Centroamérica, viajó a Managua para iniciar propiamente su formación religiosa, y pasando del propedéutico, al estudio de la filosofía en la universidad Centroamericana, UCA de Managua, y realizar el postulantado, fue aprobado para la etapa del noviciado en Centro Claret, Guatemala. Realizó su primera profesión religiosa, y nuevamente, ratificaba su, sí quiero.

De nuevo en las aulas académicas, estudió teología en la UCA de San Salvador. Y mientras estudiaba, hizo su consagración perpetua dentro de nuestra congregación, y así reafirmaba como religioso claretiano, Sí quiero, al llamado que Dios le ha hecho. Su experiencia misionera y pastoral la realizó durante un año en Guanyala, población indígena con historia, experiencia y modo propios de creer en Dios. Finalmente, y habiendo concluido su formación inicial, ha sido destinado a Semají, en Izabal, para realizar su servicio misionero entre las poblaciones indígenas Q’eqchi’ y ladinos del norte ide Guatemala.

Llegado el día 16 de diciembre todo estaba listo para la ordenación de David, como diácono, el primer grado del ministerio sacerdotal. Esta fiesta estuvo precedida por un Mayejak (ritual sagrado Q’eqchí), con el que las comunidades indígenas de la parroquia, agradecía el don de la vida y ministerio de David, y elevaban a Dios, sus plegarias por la nueva etapa que asumiría con el sacramento de la ordenación diaconal. Acompañado por una multitud de fieles venidos de las comunidades rurales, familia y amigos llegados desde Honduras y Guatemala, como de sus hermanos claretianos, fueron parte de la acción de gracias en la noche del día 15 de diciembre.

Para la ceremonia de ordenación todo estaba listo en la comunidad de Sejá, con su templo aún en construcción, pero que proyecta grandeza y belleza y que recibió a quienes participarían en la celebración de la ordenación diaconal. La comunidad cristiana, los misioneros claretianos, algunos sacerdotes diocesanos y el Obispo, Miguel Ángel Martínez y los medios que transmitirían en vivo la celebración, estaban listos para dar inicio como estaba programado. David estuvo acompañado de parte de su familia y amistades venidas de Honduras y Guatemala.

Monseñor Miguel Ángel, en su homilía, con mucha cercanía y sencillez fue desgranando palabras de motivación por el sacramento que se celebraba. Su reflexión la tituló, ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho Luego desarrolló su exhortación, de la que extraemos algunas ideas: “Somos servidores de la viña. Un servidor que sabe quitarse el manto de Señor para ponerse la toalla del que sirve a sus hermanos, porque descubre en ellos el rostro del mismo Cristo”. Así ha de comprenderse el ministerio sacramental que David recibe en el sacramento. Recuerda que “ha decidido servir desde la Iglesia a los hermanos más abandonados, impregnado del carisma de los misioneros del corazón de la bienaventurada virgen María, él irá como ella a las montañas a donde haga falta la atención de un hermano, compartir el tiempo que sea necesario. Su tiempo será para quienes necesiten de él”. Motivó al que sería nuevo diácono: Déjate formar y transformar siempre por el Señor; sigue los pasos de Jesús, no otro que no sea él y su Evangelio; Sé solamente servidor. Nunca debemos olvidar que somos solamente servidores y nada más que eso.

Enseguida los ritos propios de ordenación se desarrollaron con la rigurosidad de lo que significa, algunos de los presentes con emociones contenidas y otros expresándolas a lágrimas vivas, sonrisas, aplausos. Como en todos los momentos comunitarios festivos, el banquete que estaba previsto fue abundante y exquisito, por lo que el sabor de boca que ha dejado esta fiesta de consagración y servicio, en la misión de Izabal, ha sido muy bueno.

Nuestro agradecimiento a Dios por la Vida y vocación de David, junto a nuestras plegarias para que sea fiel en el servicio a la Iglesia, la congregación y el mundo.