MONS. CARLOS M. ÁRIZ, CMF

descansa en la paz de Cristo

 

Nuestro Obispo Carlos Áriz

el amigo de Marcilla

voló a la Casa del Padre,

pasó al país de la vida.

 

Lo trasladaste a la Patria

Tú, Señor de nuestra historia,

Tú que cuentas con amor

nuestros pasos, días, horas.

 

Lo libraste del llando,

del dolor y la aflicción;

radiante sobre su frente

fulge ya tu luz, Señor.

 

Dulce fue la travesía

en tus paternales manos;

a la Pascua lo llevaste

de la Ciudad de los Santos.

 

Como al alba el centinela

Señor, tu siervo esperaba,

y con ansia cada noche

su corazón te soñaba.

 

Obispo fue de Colón

de Guna Yala y Darién:

la Buena Nueva sembraba

y a todos hacía el bien.

 

Hacia María sintió

la “cordialidad” de un hijo;

y olor a “rosas” quedaba

por la casa y los caminos.

 

“Fortes in fide” fue el lema

de la misión de este Obispo,

y Dios se comprometió

y lo arropó en su destino.

 

Claret fue siempre su icono,

y su maestro y amigo,

(¿Cuántas veces te leíste,

Carlos, a “Claret contigo”?).

 

Has sabido envejecer,

llenarte de eternidad…

saborear ahora mismo

las cosas del más allá.

 

Por tu amor a los hermanos,

por tu servicio a la Iglesia,

muchas gracias, Carlos Áriz.

Gracias, por tu cruz a cuestas.

 

Padre bueno y entrañable

lleno de misericordia,

haz partícipe a tu siervo

de tu inmarcesible gloria.

 

Jesús Aramendía, cmf.

Las Cumbres, 29-VIII-2015