Por. P. Gabriel Dion Klau, cmf
La Palma, Darién
Panamá
23-8-25
…“Como el Padre me envió,
así también Yo los envío:
reciban el Espíritu Santo” (Juan 20, 21-22).
En una ocasión, el Papa Francisco explicó que el Dios de Israel es un Dios que no se queda quieto, ni mucho menos confinado en un solo territorio. Él, sigue caminando con su pueblo elegido (cf. Éxodo 13-25) hasta guiarlo a la alegría eterna. El Papa Francisco, explicó que el Dios de Israel nunca se cansa de caminar y mucho menos de acompañar a su pueblo elegido. Caminar significa cruzar fronteras territoriales, dejar atrás la comodidad, abrir puertas y buscar la voluntad de Dios. Por lo tanto, el Dios que adoramos es un Dios que nunca se cansa de caminar.
Este carácter impulsa el alma del Padre Claret; a no quedarse estancado en un solo territorio, sino a caminar siempre y llegando lejos para encontrar a los aislados por la fe, despertando a los perdidos en los placeres mundanos y guiándolos a una nueva etapa de la vida siempre arraigada en la voluntad de Dios. Porque siguió caminando y fue incansable, Claret finalmente llegó a una autoconfesión: “Mi alma es para todo el mundo”.
Aproximadamente a un mes en la zona misionera de La Palma, Darién, Panamá, he reflexionado sobre la misión en esta zona, la cual requiere que el misionero no se quede quieto y enfrente la realidad no con resignación, sino que salga, se encuentre con quienes están “lejos” de Dios, rompa las barreras de la comodidad, piense y actúe de la manera más creativa posible para transmitir la alegría del Evangelio a quienes creen en Dios. La misión no es cuestión de ideas, conceptos o programas de trabajo, sino una esencia de la misión que surge del contacto íntimo con Cristo, que se manifiesta en los rostros de los creyentes. Por lo tanto, la misión no se refiere simplemente a un lugar, sino que siempre está relacionada con una persona: Jesucristo. El maestro itinerante y periférico que enseña de ciudad en ciudad (Polis), de aldea en aldea (Agros) y de casa en casa (kome).
Al igual que Claret, la misión de hoy exige que no me quede quieto y no gobierne, sino que me mueva constantemente, que trascienda la comodidad y vaya a ciudades, pueblos, aldeas, subiendo y bajando colinas, subiendo y bajando montañas, solo para que Dios sea conocido, amado y glorificado por todos. El objetivo principal ahora en toda la predicación es que todos obtengan vida en abundancia “Ut Vitam Habeant Abudantius”. Por lo tanto, una de las características de un verdadero misionero es que sea alguien que siempre camine, que siempre se mueva y que trabaje incansablemente, laborando sin salario, saliendo de la zona de confort, ya que así rompe las barreras sociales para brindar la tranquilidad de la vida y la alegría del Evangelio a todas las personas.