Por: Elizabeth Navarro
San José, Costa Rica
15.6.2025
En un mundo marcado por la desigualdad, la violencia y el desplazamiento forzado, las mujeres indígenas miskitas nos dan una lección de resiliencia y esperanza. Muchas de ellas han tenido que huir de sus tierras por amenazas de muerte, dejando atrás su cultura, familia y sustento. Pero lejos de rendirse, han puesto en acción su capacidad creativa y su fuerza colectiva para reconstruir sus vidas.
Desde el Centro Claretiano de Atención al Migrante, parte de nuestra misión ha sido acompañar a estas comunidades en situación de extrema pobreza, buscando caminos que les permitan recuperar su dignidad y generar medios de vida sostenibles. Por eso, el pasado sábado 14 de junio, organizamos un taller de emprendimiento con diecisiete mujeres miskitas provenientes de Pavas, La Carpio y Alajuelita (barrios marginales de San José), quienes se reunieron en el salón de JPIC (Justicia, Paz e Integridad de la Creación) para aprender, compartir y crear.
Durante la jornada se desarrollaron tres proyectos prácticos, pensados para que las participantes puedan generar ingresos desde sus hogares:
1. Preparación de jaleas y técnicas de envasado
Guiadas por la profesora Evelyn García, aprendieron a preparar jaleas caseras con ingredientes accesibles, manejando técnicas de conservación que no requieren refrigeración. Además, se abordaron temas como el cálculo de costos, manipulación higiénica y presentación del producto.
2. Bisutería artesanal
Con la guía de Diana Aviña, se adentraron en el mundo de la joyería hecha a mano, utilizando cristales, metales no preciosos, hilos y otros materiales económicos. No se trata solo de adornos, sino de la posibilidad de generar productos elegantes y vendibles, que abran puertas a la autonomía económica.
3. Elaboración de empanadas
Este espacio fue liderado por Irma Castellón, quien no solo compartió su conocimiento, sino que fue pieza clave en la organización del taller. Su solidaridad y compromiso fueron fundamentales para que este encuentro fuera posible. Más que un taller: una semilla de transformación.
Este taller no solo buscó ofrecer herramientas técnicas. Quisimos sembrar en cada una de estas mujeres el valor de sus manos, el poder de sus sueños y su capacidad de generar cambios reales en su entorno. Apostamos por un emprendimiento que no solo sea individual, sino también social y comunitario, especialmente en los contextos de marginación donde habitan.
Como dicen ellas mismas, con una sonrisa y el corazón agradecido: “Tinki pale” – ¡Muchas gracias!