Por: Edgardo Guzmán, cmf
Roma, Italia
23.6.2025
Aprovechando que junio es el mes dedicado tradicionalmente a la devoción al Corazón de Jesús, se vuelve especialmente significativo reflexionar sobre este texto como una invitación urgente «ante los dramas del mundo» a «volver al corazón» (DN 29).
En octubre de 2024, el Papa Francisco publicó Dilexit Nos, una encíclica profundamente espiritual que muchos consideran su testamento pastoral y humano. En ella, Francisco recoge el hilo de sus principales enseñanzas – la misericordia, la fraternidad, el cuidado de la casa común – y las sitúa bajo la luz serena y ardiente del Corazón de Jesús. Como él mismo lo expresa: «este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’ y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común» (DN 17).
El Corazón de Jesús, según Francisco, no es solo símbolo de piedad personal, sino escuela de humanidad, fuente de sentido y modelo de una vida vivida desde el amor que se entrega. Frente a un mundo herido por la indiferencia, la superficialidad y la fragmentación, el Papa propone una espiritualidad del corazón: una forma de vivir desde la compasión, la ternura y la presencia. Frente a las nuevas manifestaciones de una “espiritualidad sin carne que se multiplican en la sociedad” (DN 87) necesitamos volver a la «síntesis encarnada del Evangelio» (DN 90).
“Vivimos tiempos en los que se pierde el corazón”, advierte el Papa. Por eso, el Corazón de Cristo – traspasado, abierto, latiente – se ofrece «como lugar de encuentro personal con el Señor» (DN 103). Es el rostro de un Dios que no permanece distante, sino que se acerca, siente y acompaña. Volver al Corazón de Jesús es, en definitiva, volver a la fuente de la fraternidad, de la misericordia activa, de la esperanza. Desde ahí, el Papa sueña con una “civilización del amor” capaz de transformar relaciones, estructuras y corazones. Esto exige «una mística, un alma, un sentido que le otorgue fuerza, empuje, creatividad incansable. Necesita la vida, el fuego y la luz que proceden del Corazón de Cristo». (DN 184).
Este mes de junio marcado por esa invitación a mirar el Corazón traspasado de Jesús, como signo de su fidelidad al proyecto del Reino, la encíclica Dilexit Nos es una terapía para los males del mundo actual «que sobrevive entre las guerras, los desequilibrios socioeconómicos, el consumismo y el uso antihumano de la tecnología, pueda recuperar lo más importante y necesario: el corazón» (DN 31).
Así pues, una auténtica espiritualidad del Corazón de Jesús nos permite «superar la fragmentación del individualismo» (DN 17), para que todos y cada uno podamos «unificar y armonizar la propia historia personal, que parece fragmentada en mil pedazos, pero donde todo puede tener un sentido» (DN 19). Francisco concluye: «Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno» (DN 220).