Por: Freddy Cabrera, Cmf
Limón, Costa Rica
22.04.2025
«Jesús, el Crucificado, «no está aquí, ha resucitado» (Lc 24,6).
Cuando uno acepta un envío misionero, no a donde quiere, sino donde Dios lo necesita, no solo demuestra disponibilidad e itinerancia, sino que se convierte en testigo de la gracia.
Eso vivimos tres misioneros que fuimos invitados a celebrar la Semana Santa en seis comunidades campesinas de la Parroquia “San Daniel Comboni”, en Cieneguita, Limón, en el Caribe costarricense.
Como nos recuerda el mensaje pascual del Papa Francisco: “Los que esperan en Dios ponen sus frágiles manos en su mano grande y fuerte, se dejan levantar y comienzan a caminar; junto con Jesús resucitado se convierten en peregrinos de esperanza” (Urbi et Orbi, Pascua 2025).
Compartir con estas comunidades, rodeadas de extensas plantaciones de banano, nos permitió ver lo que se oculta tras los monocultivos: contaminación por plaguicidas, agua no apta para el consumo, falta de oportunidades para los jóvenes, desigualdad y discriminación. Realidades que evocan los pueblos crucificados de América.
Y, a la vez, descubrimos una fe humilde y fuerte, tejida con resiliencia, que los ayuda a seguir adelante. La sencilla dinámica del “Libro de la Vida” y la Biblia, aprendida en los cursos bíblicos, les ayudó a reconocer el proyecto de Dios: comunión, redención y salvación.
No es el mal, ni la injusticia, lo que tiene la última palabra, sino el amor que resurge en los corazones heridos. Como escribió Otto René Castillo: Nada podrá contra la Vida.
“Las comunidades del sector Bananito desean a la Provincia Claretiana de Centroamérica unas Felices Pascuas de Resurrección”.