Por: Rosaura González-Marcos
Ciudad de Panamá, Panamá
22-9-24

     Desde hace un tiempo he tenido la oportunidad de dirigir algunas sesiones del “Taller de Lectio Divina” que se lleva a cabo los miércoles en el Santuario Nacional del Corazón de María, en Panamá. Hoy puedo afirmar, sin lugar a duda, que ha sido y es una bendición cuyo impacto percibo en mi vida ya que me ayuda a perseverar en mi Fe mediante la preparación de la Palabra, así como del escuchar y compartir testimonios que emanan de los participantes, al adentrarnos en el Evangelio correspondiente a cada domingo.

He presenciado cómo la Palabra de Dios toca nuestros corazones y más que eso, se refleja en un cambio en nuestro modo de vida frente al prójimo y en nuestro entorno comunitario. Esto obedece a las características del método que en sí nos ayuda a una mejor comprensión del Evangelio: género literario, época de su redacción, aspectos geográficos, personajes, entre otras. Además, lo más importante es que la preparación previa al encuentro con los hermanos hace viable ese manejo de las Sagradas Escrituras, leer y buscar el contexto, familiarizarnos con la Palabra a solas, se constituye en un momento especial porque es lectura orante.

En el Taller se da un escenario propicio para compartir (es abierto a miembros de pastorales, feligreses de la parroquia y público en general) y se ejecuta en tres etapas:  1. Escucha 2. Entender y 3. Encarnar.

En su desarrollo, se genera un sustancioso intercambio sobre el contenido del texto del Evangelio que corresponde, y sobre todo en el Entender y Encarnar, el ambiente fluye para externar dudas o comentarios que surgen al escudriñar la Palabra, experiencias y testimonios cuando se Encarna la Palabra a nivel personal ¿Qué me dice Dios y a qué me comprometo?

Y así, siguiendo las enseñanzas de San Antonio María Claret que se declaró “aficionado” de la Biblia, se percibe uno de los resultados de trabajar con ésta mediante la lectura de los Evangelios: provocar un amor por la búsqueda de la Palabra a profundidad.

Todas esas experiencias son significativas en nuestra vida espiritual, ya que es palpable cómo a través de las vivencias compartidas en el Taller de Lectio Divina, Dios toca los corazones provocando una relación más profunda e íntima con Él y entre nosotros mismos, especialmente en el mundo en que nos desenvolvemos lleno de distracciones. Un alto semanal con el Evangelio es un pilar más de fortaleza en el camino que como laicos vamos discurriendo en la misión, genera el compromiso que la Palabra de Dios no se quede en nosotros, sino que replique en otros mediante nuestro ejemplo de vida y nos motiva a ser audaces para compartirla y darla a conocer.

En resumen, la mejor experiencia que puedo destacar del Taller de Lectio Divina, es el poder transformador de la Palabra de Dios cuando se aborda desde un punto de vista reflexivo y profundo en comunidad.