Por: Jeremías Lemus, cmf
San Pedro Sula, Honduras
20.5.2024

     Monseñor Ángel Garachana Pérez, cmf. Obispo emérito de San Pedro Sula. Nació en Barbadillo de Herreros, en la provincia de Burgos, España. Hijo de Calixto y Joaquina, y hermano de Luis, Félix y Sara.

Después de 28 años del gobierno episcopal de la diócesis de San Pedro Sula, se ha naturalizado como hondureño. Vive en la comunidad claretiana de San Pedro Sula. Hoy comparte con nosotros su experiencia en esta corta entrevista.

De todos los títulos que tiene en su identidad, misionero, sacerdote, formador de misioneros, maestro de novicios, provincial, obispo, presidente de la conferencia episcopal hondureña… ¿Cuál le define más o Cómo ha hecho síntesis de todos?

Soy misionero. Mi identidad es misionera, así todo lo que pueda ofrecer en mi tarea como obispo, es la de un Misionero Claretiano Religioso Obispo.

Usted es obispo emérito de San Pedro Sula, iglesia que conoció como misionero ¿Tenía alguna idea, que luego pudo implementar? O, ¿Fueron los retos de cada momento a los que debió responder?

Yo vine a esta diócesis como misionero joven. He amado siempre a su gente, siempre estuve al tanto de lo que pasaba, aunque al ser nombrado obispo, es otra la dinámica de responsabilidad. Pero me preocupó siempre que fuera una iglesia instruida y que los laicos fueran protagonistas de los procesos de fe, pero en comunión con los sacerdotes y todos los implicados en la tarea pastoral.

La gente lo quiere mucho ¿Por qué será? ¿Se considera exitoso?

Cuando vine aquí, era serio y quizá un poco seco o rígido, pero la gente me dijo, ‘déjese querer’, y seguí el consejo de dejarme querer, pero, además, queriendo a la gente. Es como una correspondencia de afecto entre la gente sin distingo de ninguna clase.

¿A qué se dedica, ahora después del gobierno de una iglesia local y tareas tan exigentes? ¿Qué le ha supuesto volver a vivir con una comunidad claretiana, con hermanos que no conocía, de otros lugares y formados en otro tiempo?

Nunca me he sentido solo. Volver a la comunidad claretiana es volver a lo mío. Vivo de convicciones, rezo, leo, colaboro con la comunidad en la pastoral de las dos parroquias encomendadas a la congregación y en todo lo que sea necesario en casa. Doy algunos servicios que me solicitan, en otras instancias, pero con discernimiento y coordinación con la comunidad.

¿Cómo ve la iglesia latinoamericana siendo protagonista y con responsabilidades durante tanto tiempo?

La veo con agradecimiento al Espíritu y con esperanza. Es una iglesia muy rica, con muchos desafíos, pero después de los acontecimientos como Aparecida y la elección del Papa Francisco, es como ver proyectadas intuiciones de esta Iglesia, a todo el mundo, como una ofrenda desde América la Iglesia universal.

¿Qué relación tiene con la conferencia episcopal y la congregación de Misioneros Claretianos ahora que ha dejado el gobierno de la diócesis?

Con la conferencia episcopal hondureña (CEH), respondo a lo que contienen sus estatutos, que dice, alienta y anima a los obispos eméritos a participar en las reuniones, aunque no puedan coordinar comisiones sí pueden participar de las reuniones.

Con los Misioneros Claretianos siempre he estado pendiente de la vida de la congregación, no he estado desligado. Mas bien he sido tomado en cuenta para algunas actividades que ha organizado sobre algunas temáticas concretas. Ahora mismo está organizándose un encuentro de espiritualidad en Vic, y el P. General Mathew Vattamattam, me ha invitado para ser parte de ese evento importante de la congregación. Por lo tanto, mi relación con la congregación, siempre fraterna.

Los misioneros claretianos hoy hablan de los sueños que deben diseñarse y con los que hay que comprometerse para hacerlos realidad ¿Cuál sería su sueño en esta nueva etapa de su vida?

Sueño con una iglesia, fraterna y solidaria, siempre en camino tras las huellas de Jesús y a la escucha de lo que el Espíritu le pide en las actuales circunstancias. Una Iglesia que no se cierra por miedo ni se instala por comodidad, sino que sale audazmente para ofrecer a todos, especialmente a los más pobres la vida de Jesucristo.

¿Quiere dar un mensaje a quienes les llegue esta entrevista por los diversos medios? Misioneros claretianos, religiosos/as clero, laicos…

Que cada uno, según su vocación, pueda decir: lo mejor que me ha ocurrido en la vida es conocer a Jesucristo y el mejor regalo que he recibido es la misión de anunciarlo con mis palabras y mis obras para que todos le conozcan, amen y sirvan.