Por: Giselle Zamora Arroyo
San José, Costa Rica
14.6.2025

(De la conferencia ofrecida por Luis Alberto Gonzalo Díez, cmf. a la Vida Religiosa y Laicos comprometidos en la Casa de Ejercicios Espirituales en San José, Costa Rica, sábado 31 de mayo del 2025).

Vivir juntos no es solo convivir: es arte, es complicidad con el Espíritu. El Evangelio no se vive en lo ideal, sino en lo real, en lo concreto de nuestras comunidades con sus luces y sombras. Y ahí, en medio de todo, el Espíritu nos convoca a celebrar, esperar y anunciar.

Celebrar no es aguantar, es gozar la vida compartida. Esperar no es resignarse, es confiar como el Padre que siempre espera. Anunciar no es solo hablar, es ser signos vivos del Reino cuando logramos llamarnos herman@s de verdad.

     Hoy, más que nunca, no basta preguntarse “¿quién soy yo?”, sino “¿cómo vivir junt@s?”. La vida comunitaria es una red de influencias mutuas donde cada gesto construye o desgasta. Necesitamos recuperar el valor del cuidado, del diálogo, del discernimiento… y también de la misión. Sin misión, no hay comunidad.

La comunidad no es refugio, es lanzadera. No es repetición, es creación. No es solo proyecto, es Espíritu en acción. Se necesitan comunidades que sepan integrar la crisis, comunidades que abracen la innovación no como moda, sino como camino de conversión.

     Ser “cómplices del Espíritu” es dejarnos llevar por esa corriente que crea y recrea, que nos recuerda que, compartirlo todo no es pérdida, sino plenitud. Es vivir como hermanas y hermanos en camino, capaces de recomenzar cada día, de aprender y desaprender, de ser hogar y envío.

Hoy el Espíritu sigue pasando. Solo se necesita una cosa: no estorbarle.