Por: Edgardo Guzmán, CMF
Roma, Italia
21.5.2024

     Víctor Codina, un reconocido teólogo jesuita con una larga experiencia pastoral en América Latina de modo particular en Bolivia, expresó esta convicción: «hay que recuperar el Espíritu», y él mismo enseñó con su vida a descubrirlo como Espíritu que sigue actuando hoy y siempre, pero «desde abajo». Vivimos, como manifestó Codina, en «una asfixiante situación global: un cambio de época y paradigma, el cambio climático, las guerras, los migrantes, etc.» A estos escenarios se pueden sumar las distintas realidades que se viven en la región Centroamericana con la fragilidad de sus democracias, la corrupción, gobiernos totalitaristas, la violencia.

Hablar del Espíritu Santo y de espiritualidad en un contexto con estas referencias nos da la oportunidad de recordar lo que dice Pablo: «El Espíritu es vida» (Rm 8,10). Asegurar que «el Espíritu es vida» equivale a decir que el Espíritu está constantemente creando y sosteniendo el universo, la Madre Tierra y el sistema de vida que actualmente se encuentra amenazado. El Espíritu apoya y reside en aquellos que tienen menos vida. Por ello, como afirma Leonardo Boff: «Situarse dentro de la vida del Espíritu significa en esta situación empeñarse por el derecho del pobre a la vida real concreta e integral. Una vida espiritual que se vuelve insensible a la pasión de los pobres es falsa y se hace sorda a las apelaciones del Espíritu».

Con estas convicciones: la de recuperar la dimensión del Espíritu, tan ahogado en la cultura materialista y consumista de nuestro tiempo; y la de que «el Espíritu es vida» (Rm 8,10) se inicia este espacio de espiritualidad del boletín La Misión. Se pretende reflexionar sobre la importancia de «caminar según el Espíritu» (Cf. Rm 8,5), motivar al crecimiento humano-espiritual comunitario, presentar testimonios y experiencias que inspiren, ofrecer herramientas y perspectivas que impulsen a encontrar esperanza y resilencia, dando a conocer el rico legado de la mística claretiana. Porque como decía Karl Rahner: «el cristiano del futuro o será “místico”, es decir, una persona que ha “experimentado” algo, o no será cristiano».