Por: Maestra Zulema Mendoza
Ciudad de Chitré, Herrera, Panamá

22.01.22

Los maestros multigrados, a mi juicio, son altamente talentosos, creativos, solidarios y un sinfín de cualidades que lo revisten y le hacen dar lo mejor de sí dentro de contextos en ocasiones olvidados.

A diferencia de otros, los maestros multigrados, deben atender a todos o los grados que le asignen, si corre con la suerte de tener algún compañero; además de eso, debe llevar la dirección de la escuela: dar clases y sacar tiempo para gestionar los fondos asignados que van a depender, de la cantidad de estudiantes que tenga. Como designio divino, el maestro no está solo, los padres de familia y los propios estudiantes colaboran con él o ella en cada una de sus tareas.

Las escuelas multigrados son semilleros de líderes. Cada año los estudiantes eligen a un presidente, quien los representará en el Gobierno Estudiantil; ese personaje debe velar por los intereses de sus compañeros y procurar que todos trabajen responsablemente en los diversos comités de la escuela. Considero que de eso se trata la “calidad de la educación”. La misión de un docente no es enseñar contenidos aislados, es transformar esa realidad, donde todavía no llega el fluido eléctrico, ni mucho menos el internet, pero donde se trabaja la tierra, se reutilizan los cuadernos, los útiles y donde el agradecimiento todavía está de moda. Eso se aprende, justamente con el ejemplo de un buen maestro.

Recuerdo que generalmente los viernes debía ir al Ministerio de Educación porque tenía que ponerme al día con informes en los diversos departamentos. Ese día la señora Silvia, me preparaba una tortilla y lo acompañaba con el cafecito; me decía: “maestra, yo sé que hoy usted llegará muy tarde a su casa en Chitré” y era cierto: salía a las 5:00 a.m. de La Sabana del Palmar de Olá, donde Don Cupertino me llevaría hasta el Copé, para luego llegar a Penonomé y cumplir con mi deber administrativo y debía dejar de almorzar para no perder mi cupo y poder llegar a mi casa como a eso de las 4:00 o 5:00 p.m. También tenía que preparar mis clases el sábado y arreglar todo el material que pudiera ya que debía partir el domingo a las 10:00 a.m. nuevamente hacia el pueblo cerquita del cielo, a la Escuela José María Cruz.

En ese ir y venir, valoré el trabajo de mis colegas; aquellos que se jubilan en escuelas muy apartadas de sus casas porque no alcanzan los puntajes para concursar. Docentes que pierden sus materiales en los ríos o por las lluvias. Docentes que dejan a sus familias. Dignificar al maestro, es dignificar a la educación, es brindar la calidad que tanto deseamos para nuestros estudiantes y no hablo de dinero, hablo de acompañamiento en todos los aspectos.

Después de casi 30 años como docente, debo decir que en mis recuerdos permanecen la mirada de cada uno de mis niños. Pero también de mis compañeros, a los que admiro y a los que digo: gracias por existir.