Estimados hermanos, mi saludo y bendición para ustedes, deseándoles paz en el núcleo de sus hogares.

¡Somos familias bendecidas! Dios se ha hecho presente en nuestras vidas, nos ha mostrado su amor y nos ha hecho personas nuevas por la fuerza de su Palabra. Como Iglesia seguimos confiando en ese amor divino y nos sentimos urgidos a comunicarlo a todas las familias.

El Evangelio de hoy relata cómo Jesús envió a sus apóstoles a anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios a las familias de Galilea. Describe, además, la forma en que se deben presentar ante el pueblo, desprovistos de seguridades materiales y afianzados sólo en la fe. Reciben la autoridad del Señor para sanar las heridas que la enfermedad, la exclusión y el pecado han provocado en las familias.

La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia. Nuestra forma primera de evangelizar es vivir en el amor auténtico. De nada sirven las muchas palabras, predicaciones, si no están impregnados del amor vivido. Debemos evangelizar con el testimonio de nuestro amor sincero en el núcleo del hogar propio y de nuestros equipos base del barrio. Nuestras familias requieren de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio para generar un orden distinto en la sociedad.

Sigue buscando y animando a otras personas para que se unan y compartan con nosotros el precioso don que hemos recibido de Jesús. ¡Que la luz de Dios llegue a todo los rincones del país! Tu familia sigue escribiendo nuevas páginas del Evangelio cuando se atreve a vivir como mensajera del Reino en tu barrio.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.