Antes de profundizar sobre este interesante tema, debemos preguntarnos ¿Qué es el cambio climático?; y empecemos por conocer que el calentamiento global se refiere solo a la temperatura de la superficie de la Tierra, mientras que el cambio climático incluye el calentamiento y los “efectos secundarios” de este calentamiento, tales como los glaciares que se derriten, tormentas de lluvia más severas o las sequías más frecuentes. Dicho de otra manera, el calentamiento global es un síntoma del mayor problema del cambio climático causado por los seres humanos.

Millones de personas sufren ya los efectos catastróficos de desastres naturales extremos exacerbados por el cambio climático: desde las prolongadas sequías en el África subsahariana hasta las devastadoras tormentas tropicales que arrasan todo el sudeste asiático, el Caribe y el Pacífico. En 2018 hubo devastadores incendios y olas de calor durante los meses de verano en el hemisferio norte, desde el Círculo Ártico hasta Grecia, pasando por Japón, Pakistán y Estados Unidos, que mataron a centenares de personas.

La necesidad urgente de abordar el cambio climático se ha hecho aún más patente con la publicación de un importante informe en octubre de 2018 a cargo del principal organismo internacional para la evaluación del cambio climático, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). En él, el IPCC advierte de que, si queremos evitar las consecuencias catastróficas del calentamiento global no debemos alcanzar el aumento de la temperatura de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, o al menos no superarlo.

Pero lo que quizá sea más importante es que el informe del IPCC da al mundo un plazo claro para evitar la catástrofe: de aquí a 2030 debemos reducir las emisiones de gases con efecto invernadero a la mitad de su nivel en 2010 para no alcanzar el aumento de 1,5 °C. Por tanto, nuestros gobiernos deben tomar medidas de forma inmediata para dar un cambio de rumbo. Cuanto más tardemos en hacerlo, más tendremos que recurrir a tecnologías costosas que podrían tener efectos nocivos en los derechos humanos.

Se considera que las amenazas naturales como son el deslizamiento de tierra, huracanes, inundaciones, tsunamis y sequias tienen una estrecha relación con el cambio climático, ante los conceptos de amenaza, vulnerabilidad y riesgo.

El riesgo de las zonas resulta de la combinación de dos factores: la ubicación y la exposición a los riesgos y, en segundo lugar, una mayor vulnerabilidad debido a la mala gobernabilidad local, la degradación del medio ambiente, y la sobreexplotación de los recursos.

Panamá como país signatario de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y de los protocolos y acuerdos que de ella se derivan (Protocolo de Kioto, 1998 y Acuerdos de París, 2015), ha adquirido compromisos ambientales en sus programas nacionales e iniciativas regionales, para hacer frente a la mitigación y adaptación al cambio climático.

Dentro de los programadas nacionales, el País ha asumido la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y priorizado acciones sectoriales a través del Plan 2030 de Desarrollo Sostenible. La sociedad civil está presente en dicha Hoja de Ruta y se espera que la misma se organice de manera natural para colaborar en los esfuerzos del país por reducir la pobreza, la inequidad y la desigualdad, a la vez que se contribuya a incrementar los niveles de sostenibilidad.

Desde el 2021 Panamá, a través del Ministerio de Ambiente ha capacitado para que sea incorporado el Cambio climático en los proyectos de inversión pública; ha elaborado una guía técnica de cambio climático para proyectos de infraestructura de inversiones públicas, se inicio las actualizaciones de las normativas de gestión ambiental nacional para los Estudios de Impacto Ambiental y Auditorias Ambientales y se han elaborado planes municipales de acción climática.

Esto nos deja ver la importancia de accionar como sociedad a mitigar los efectos y contribuir a nuestra casa común, a través de acciones tan sencillas, pero con un valor humanitario muy alto, las Naciones Unidas nos indican algunas como estas: 

  1. Ahorra energía en casa
    Utiliza menos energía reduciendo el uso del aire acondicionado,
    Debemos ir cambiando a bombillas LED y electrodomésticos de bajo consumo, lavando la ropa con agua fría o tendiendo la ropa mojada en lugar de utilizar la secadora.
    Mejorar la eficiencia energética de tu casa
  2. Tira menos comida
    Cuando tiras comida, también desperdicias los recursos y la energía que se utilizaron para cultivarla, producirla, envasarla y transportarla. Y cuando los alimentos se pudren en un vertedero, producen metano, un potente gas de efecto invernadero.
  3. Consume menos, reutiliza, repara y recicla
    Los aparatos electrónicos, la ropa y otros artículos que compramos generan emisiones de carbono en cada eslabón de la cadena de producción, desde la extracción de las materias primas hasta la fabricación y el transporte de los productos al mercado. Para proteger nuestro clima, compra menos cosas, compra de segunda mano, repara lo que puedas y recicla.
  4. Cambia el tipo de energía de tu casa
    Instala paneles solares en tu tejado para generar la energía de tu vivienda. Puede reducir tu huella de carbono en hasta 1,5 toneladas de CO2 (equivalente) al año.