Hermanas y hermanos, inauguramos un nuevo Adviento, tiempo de esperanza y de alegría renovada en el Señor. Dispongámonos para vivir este tiempo litúrgico llenos de ilusión y utopía por la segunda venida de Jesús.
El Evangelio de San Marcos que hoy se nos proclama se encuentra enmarcado en el gran discurso apocalíptico de Jesús. Su propósito es recordarnos el deber de estar vigilantes. Así como los servidores cuidan y vigilan la casa hasta la vuelta del patrón, los cristianos estamos llamados a ser fieles y constantes en el cumplimiento de nuestros deberes. No debemos dormir ni dejarnos seducir por el espíritu mundano que se opone a la esperanza. Los cristianos debemos constituirnos ante la sociedad como lumbreras que indiquen el camino que conduce al Reino del Mesías. Debemos brillar por nuestra profecía, por nuestro testimonio comprometido, por nuestro amor apasionado hacia Dios y el prójimo. Debemos estar vigilantes, con el corazón abierto, firmes en la fe, porque el Señor llegará en cualquier momento.
En este tiempo tan especial, que también es preparación a la Navidad, cuidemos el amor familiar. Que el dinero, las preocupaciones o los vicios no nos roben lo esencial de estas fechas. Arriesguémonos a dejar rencores, a pedir perdón, a sanar la fidelidad traicionada. Soñemos el mundo nuevo arraigado en los valores del Evangelio: un mundo menos frío y egoísta, un mundo más fraternal como lo querría Jesús.
Comparto con ustedes la letra de este bello canto para que unidos a María aprendamos a esperar al Niño que traerá la salvación a la humanidad.
La Virgen sueña caminos, está a la espera;
la Virgen sabe que el niño, está muy cerca.
De Nazaret a Belén hay una senda;
por ella van los que creen, en las promesas.
Los que soñáis y esperáis, la buena nueva,
abrid las puertas al Niño, que está muy cerca.
El Señor, cerca está; él viene con la paz
El Señor cerca está; él trae la verdad.
En estos días del año, el pueblo espera
que venga pronto el Mesías, a nuestra tierra.
En la ciudad de Belén, llama a las puertas,
pregunta en las posadas, y no hay respuesta.
La tarde ya lo sospecha: está alerta.
El sol le dice a la luna, que no se duerma.
A la ciudad de Belén, vendrá una estrella,
vendrá con todo el que quiera, cruzar fronteras.
Los que soñáis y esperáis, la buena nueva,
abrid las puertas al Niño, que está muy cerca.
El Señor, cerca está; él viene con la paz
El Señor cerca está; él trae la verdad.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.