Queridos hermanos y hermanas, saludos cordiales para todos ustedes. Llegamos por fin a la Semana Santa; con fe viva y esperanza renovada nos acercaremos a los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor. En este domingo la liturgia ornamenta de rojo nuestros altares y vestimentas sagradas, recordando la entrega generosa y dolorosa de Jesús, que paradójicamente hoy es recibido en Jerusalén entre cánticos y vivas como un rey, y en unos días será crucificado y abandonado por sus propios discípulos. Vivamos con intensidad, devoción y “absoluta novedad” lo que repetimos cada año en nuestras parroquias. Rompamos el círculo vicioso que marca nuestra vida cotidiana y “entremos a Jerusalén”, acompañando a nuestro Maestro en esta hora definitiva de combate contra los poderes de la muerte.
En el Evangelio que se proclama en la bendición de los ramos contemplamos a la población de Jerusalén que se pregunta consternada quién es ese que llega entre tanta algarabía y montando un burro… La capital está acostumbrada a las entradas triunfales del rey Herodes, o a las llegadas estrepitosas del procurador Poncio Pilato, escoltado por su ejército… Los estandartes, las trompetas, los caballos y las armas desenvainadas eran lo propio de tales actos. Sin embargo Jesús no entra en la Ciudad Santa de esa forma. Llega montado en una burra, avanzado entre la alegría de los niños las ramas verdes; el profeta de los pobres de Galilea viene con el estandarte de la paz y el mensaje de la buena nueva, para reunir a los hijos de Dios dispersos y ofrecer gratuitamente la salvación a todo el que quiera recibirla.
También hoy el amor salvador de Jesús quiere llegar a nuestras familias heridas por el odio, la violencia, la desunión y el sinsentido de la vida. Él nos ofrece gratuitamente vida en abundancia. Pregúntate: ¿Quién es Jesús para ti? ¿Quién es ese Jesús que por tantos años has celebrado en las semanas santas? ¿Qué mensaje te transmite? ¿Cómo ha cambiado tu vida? ¿Cómo inspira Jesús a tu familia? ¿Qué relación tienes con Él?
Permite que en estos días santos Él te hable al corazón. Tu hogar necesita revivir el misterio de la fe, de la devoción y del amor a Dios. Tenemos una preciosa oportunidad para profundizar en el misterio de la persona de Jesús por medio de la oración, la eucaristía, las procesiones y la adoración. No echemos la gracia en saco roto. Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.