Domingo 8 de noviembre de 2015
32º Domingo Ordinario
San Marcos 12,38-44: “Dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”

Estimados hermanos y hermanas, mi saludo sincero para cada uno de ustedes, deseando que la fuerza del resucitado les mueva a ser cada día mejores discípulos y discípulas del Reino.

La Liturgia de la Palabra nos presenta en el Evangelio a dos tipos de personas con diferentes maneras de ser y de actuar. Por un lado, los escribas con su comportamiento falso e hipócrita; y por otro, la pobre viuda, que entrega todo lo que tenía para vivir en la ofrenda del templo.

Dos clases de personas que encarnan también dos religiosidades, dos actitudes espirituales contrapuestas. La auténtica religiosidad a la luz de la fe no es precisamente la de aquellos que se sirven de su condición social, real o figurada, para sobresalir. Es más bien la religiosidad encarnada por una mujer del pueblo, viuda, pobre, de gran generosidad, que se entrega y dona cuanto tiene, la que propone Jesús como modelo de discípulo.

Aparentar ante los demás, quedar mejor que los vecinos, estar al último grito de la moda… son algunas de las inquietudes que la sociedad de consumo ponen a frente a nuestros ojos y que solemos hacer nuestras. Por otra parte, sentirse mejor que los demás, compararse con los otros, siempre ha sido una tendencia negativa del ser humano que enfrenta las personas unas con otras en las ideas, las culturas, las maneras de expresarse y las ideologías. Vivimos envueltos en un cascarón ficticio que se rompe con facilidad a la hora de la prueba.

Una pregunta que obligatoriamente nos deberíamos hacernos hoy es ¿qué somos capaces de dar nosotros? Sabemos que no se trata sólo de unas monedas, y menos si son de las que sobran. Es compartir con nuestra familia y con nuestro prójimo tiempo, cariño, escucha, apoyo, sabiduría, alegría, fe, acogida, atención.

Dice el maestro espiritual M. Quoist: “Tengo miedo de lo que doy, pues me esconde lo que no doy”. ¿Qué cosas no somos capaces de dar todavía? Ojalá que como la viuda del Evangelio seamos generosos y demos la vida entera por el Reino, sin esperar recompensas que se lleva el viento. Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.