Domingo 15 de Noviembre de 2015
33º Domingo Ordinario
San Marcos 13,24-32: “Se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria”.
Estimados hermanos y hermanas, que la luz matinal del domingo que nos amanece, recuerdo vivo de la resurrección del Señor, les anime a celebrar la vida y el amor familiar con espíritu renovado.
Estamos por finalizar el año litúrgico y la Iglesia nos ofrece en este día un fragmento del llamado discurso apocalíptico o escatológico de Jesús. Este tipo de literatura apocalíptica (“revelación de Dios”) o escatológica (“que habla de las cosas últimas”) suele surgir en épocas en que el pueblo sufre persecución y calamidad; se trata de un género literario religioso que pretende despertar la esperanza en los pueblos que sobreviven a los embates de la injusticia y la opresión de los imperios. Estos escritos se encuentran, por ejemplo, en el libro de Daniel, en algunas cartas paulinas y en el Apocalipsis de San Juan.
¿Qué mensajes transmite este estilo de profecía?
– En primer lugar, que Dios es el Señor de la Historia: en sus manos está el destino de la humanidad y ninguna institución, por grande y poderosa que sea, podrá regir el futuro de los hijos e hijas de Dios. Por eso en el episodio de este domingo Jesús dice El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
– No hay que prestar oído a los falsos profetas: Muchas personas usurparán el nombre del Mesías, alardeando de prosperidad y bienestar para sostener un sistema de injusticia. Son falsos profetas del ámbito religioso, político y comercial que reniegan y blasfeman contra la cruz del Mesías, el Siervo Sufriente. Cuando se habla de futuro sin Dios, felicidad individual, prosperidad sin justicia social y salvación sin comunidad se blasfema contra la cruz de Cristo.
– La tierra sufre las consecuencias del comportamiento humano: Somos parte de una gran sinfonía iniciada por el Creador del Universo. Cuando el ser humano se entrega a la maquinaria de la muerte y arremete contra sus hermanos y contra la misma creación, la Tierra “se despierta” y entra en un caos inacabable. La enfermedad, el hambre, los desastres naturales y las señales del cielo no son castigos divinos, sino consecuencias del actuar degenerado del hombre.
– Los hijos e hijas de Dios somos defensores de la vida: Por el bautismo estamos llamados a resistir al sistema y defender la vida en armonía que procede del amor de Dios. Persecución y cárcel, martirio serán los distintivos por los que seremos reconocidos como seguidores de Cristo en la historia. Por eso, no podemos acallar nuestra voz profética ante un mundo asesino y descreído. El Señor nos llama a estar atentos a los signos de los tiempos. Nuestra palabra y testimonio serán el anticipo del mundo nuevo que surge en medio de “dolores de parto”. Debemos mantenernos firmes en el cuidado y defensa de la vida.
Permitamos que la hora de Dios sea hoy y que podamos experimentar a plenitud en nuestras familias la vida nueva del Reino que Jesús nos prometió. Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.