Domingo 4 de Octubre de 2020.
27 Domingo Ordinario
San Mateo 21,33-46: “El Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos”.
Hermanos y hermanas, feliz domingo. Que Dios, el Señor de la vida, inunde sus hogares de paz y bendición. Aprovechemos para celebrar juntos en familia el don de la vocación cristiana.
En el evangelio, Jesús dialoga con los sumos sacerdotes y autoridades y les narra la parábola de los viñadores asesinos. Los profetas del Antiguo Testamento solían representar al pueblo Israel como una viña plantada y custodiada por Dios. Hasta el momento, debido a su egoísmo y dureza de corazón, los líderes del pueblo no han sabido acoger la Buena Noticia de Jesús. No han sido capaces de percibir la hora de la salvación. Es más, como líderes, “viñadores arrendatarios”, han rechazado, maltratado y asesinado a los “sirvientes”, los profetas, que han sido enviados en el transcurso de la historia para percibir el fruto de las cosechas. Y en esta hora decisiva, con la presencia del Hijo de Dios frente a sus ojos, tampoco abren su corazón y se mantienen enceguecidos por la incredulidad. Jesús intuye el final de su vida en manos de los poderosos de la nación y, por eso, la parábola no sólo es un juicio para la incredulidad de los sumos sacerdotes y autoridades sino el anuncio de la sustitución del pueblo de la antigua Alianza por un nuevo pueblo de Dios.
Nosotros somos este nuevo pueblo de Dios, nacido del costado abierto de Cristo crucificado. Somos la Iglesia, la viña del Señor. Somos los nuevos servidores comprometidos en estos campos donde fructifica la obra del Mesías. Nuestras familias siguen siendo tierra fértil donde la semilla del Evangelio debe ser acogida. Sin embargo, todos comprobamos cómo el panorama social es sumamente adverso para fundar y consolidar familias cristianas. Se tratan de ataques ideológicos frontales y voraces a los principios de la moral cristiana donde se pone en juego el futuro de nuestros hijos e hijas. Hermanos y hermanas, en la fe hay asuntos innegociables: la protección a la vida en todas sus etapas, la educación cristiana de las nuevas generaciones, la fidelidad matrimonial, el no rotundo al divorcio, el trabajo realizado con dignidad y la responsabilidad compartida en el hogar.
Sólo desde Jesús y su generosa entrega podremos entender que lo tenemos en casa es sumamente valioso. Nuestras familias son la viña del Señor. No permitamos que el enemigo ni los “arrendatarios” se roben el fruto de la cosecha que le pertenece únicamente a Dios.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.