Por: Alexander Sicajau
Sacatepéquez, Guatemala
20-2-24

Santa María de Jesús, Sacatepéquez, Guatemala, se prepara para sumergirse en el tiempo sagrado de la Cuaresma, un período de reflexión y penitencia próxima a la Semana Santa. En esta pequeña comunidad impregnada de fe y llena de tradiciones católicas, el Miércoles de Ceniza marca el comienzo de este tiempo litúrgico. Las misas extraordinarias convocan a los fieles con devoción, quienes buscan recibir la imposición de ceniza como símbolo de humildad y arrepentimiento.

A lo largo de la Cuaresma, en Santa María de Jesús, se lleva a cabo los actos penitenciales. La participación activa de la mayoría de los sacerdotes fortalece el sentido comunitario y la espiritualidad de la celebración. Cada viernes, la comunidad se reúne para el Vía Crucis, una tradición arraigada que adquiere una nueva modalidad en los últimos años. Comenzando dentro del templo y extendiéndose por las calles, este camino de oración y reflexión es guiado por las estaciones del sufrimiento de Jesús, meditadas colectivamente por personas de todas las edades.

El Vía Crucis se convierte en un símbolo viviente de la devoción compartida y la unidad comunitaria. Adultos y jóvenes se unen en esta experiencia de fe, renovando su compromiso espiritual y fortaleciendo los lazos entre las diversas comunidades que conforman la parroquia. En cada estación, se entrelazan la historia sagrada y la realidad presente, recordando la pasión de Cristo mientras se reflexiona sobre los desafíos y esperanzas de la vida cotidiana.

En este pueblo, la Cuaresma no es solo un período de abstinencia y sacrificio, sino también de encuentro profundo con la fe y la comunidad. A medida que avanzan hacia la Semana Santa, el pueblo se prepara para vivir intensamente la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, renovando su compromiso para ser parte de la Iglesia en comunión, participación y misión.