Domingo 28 de febrero de 2021
2º Domingo de Cuaresma
San Marcos 9,2-10: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”
Estimadas familias, al ritmo de la Cuaresma, avanzamos poco a poco para vivir con intensidad los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Que este tiempo sea la oportunidad para cambiar actitudes y conductas en el seno de nuestro hogar.
En el texto evangélico que hoy se proclama, San Marcos nos cuenta que, seis días después de haber estado en Cesarea de Filipo, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a lo alto de un monte. El Maestro va constatando cómo su vida va entrando en la contradicción de la aceptación entusiasta de las multitudes y la conspiración de las autoridades de Israel que desean acabar con su vida.
El monte es el lugar especial del encuentro con Dios y por ello Jesús suele ir al monte para orar a solas con su Padre. En la oración Jesús encuentra la fortaleza necesaria para no declinar ante las fuerzas de la muerte que le amenazan. Su oración es diálogo amoroso con el Dios que se ha revelado en la historia a través de Moisés y Elías, prototipos de la Alianza y la profecía. Jesús conversa con los grandes antepasados de su pueblo y encuentra en ellos el testimonio de una vida fiel y entregada totalmente a la vocación recibida a pesar de los conflictos.
De un momento a otro sus vestiduras resplandecieron de blancura: sale a la luz la gloria de su persona. Desde la nube que les envuelve una voz dice: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. Hay destellos, señales de lo que será la futura resurrección, donde los que tengan fe podrán ver en el humilde predicador de Nazaret al Hijo de Dios Salvador del mundo. A Él debemos escuchar.
En este tiempo cuaresmal nuestras familias están llamadas a transfigurarse a la luz del evangelio. En medio de las crisis que podamos estar viviendo debemos estar convencidos, como Jesús, de que el Padre nos ama. Dios puede dar sentido a lo que nosotros vemos como un fracaso. La nube de Dios nos envuelve, somos también sus hijos amados, nada ni nadie escapa de su densidad. Nuestros seres queridos y nuestro proyecto de familia no están destinados al fracaso pues Dios es fiel a la Alianza. Subamos al “monte a orar” por nuestra situación, confiemos y escuchemos al Señor, que pasó por el mar de la tribulación y fue rescatado de las garras de la muerte. Este es el tiempo oportuno.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.