Domingo 6 de diciembre de 2015
2º Domingo de Adviento
San Lucas 3,1-6: “Todos verán la salvación de Dios”

Hermanos y hermanas, que la luz radiante de este día les llene de esperanza en este camino del Adviento. Que este día sus familias compartan la alegría de vivir desde Dios.

La liturgia de este domingo nos presenta la figura de Juan el Bautista llamando a la conversión al pueblo de Dios para preparar la venida del Mesías.

El evangelista describe cómo la Palabra de Dios fue dirigida a Juan en un momento histórico de crisis: el del dominio del imperio romano; y en un lugar especial: el desierto. Y es que Dios, el Señor de la Historia, sabe responder al ser humano en momentos de prueba, cuando todo parece un callejón sin salida. Para ello se vale de gente sencilla y pobre para abrir el camino de la salvación. Cuando ya no hablaban los profetas y parecía que Dios se había quedado mudo en el pasado, surge el profeta Juan con el fuego la Palabra Divina llamando a la conversión y conmoviendo a todo el país.

El mensaje de Juan fue claro: enderezar caminos, rellenar valles, rebajar montañas… es decir, vivir en igualdad y dignidad, como hijos de un mismo Padre. El proyecto del Mesías Jesús, lo que llamamos “Reino de Dios”, se comprenderá desde esta perspectiva de fraternidad universal.

Dios sabe dialogar y nos llama para que seamos sus profetas de esperanza como lo fue Juan el Bautista. Nuestras familias cumplen un papel profético en la Iglesia y en la sociedad, afirmando de palabra y de obra que el amor sigue siendo posible a pesar de las pruebas. No durmamos. No perdamos de vista nuestra misión. Dios espera mucho de nosotros.

Quisiera dar una palabra para aquellas familias resquebrajadas por el egoísmo, el odio o la violencia. Hermanos y hermanas, cuando todos nuestros problemas parecen ya sin solución y sin salida, Dios es capaz de intervenir en nuestra vida y dar una respuesta. A nosotros nos toca dar el aporte de nuestra fe. Para ello, debemos pedir como hijos a nuestro Padre del cielo aquello que más necesita nuestra familia. Dios no niega nunca su Espíritu Santo a aquellos que se lo piden con un corazón confiado. Permite que el Señor te muestre el camino. En este Adviento la vida renace. Levanta la mirada, está cerca nuestra salvación. Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.